El Madrid que debe ser


La ilusión de la Champions dispone también al Madrid en LaLiga. Es difícil recordar una primera media hora de juego de tal poderío como su puesta en escena contra el Celta. Le van bien los equipos desabrigados y con desparpajo, que presionan y se exponen. El bloque de Coudet entiende el fútbol solo de esta manera y el Madrid castigó sus dobleces tanto en las transiciones iniciadas desde Courtois como con recuperaciones en zonas altísimas. Desde el fútbol y la presión, pasando todo otra vez por el soporte de Casemiro y la genialidad de Kroos, Modric y Benzema, se comió al Celta durante mucho tiempo en otra exhibición de lo que debe ser de aquí a final de temporada.
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Dispuesto y confiado, el Madrid hizo negocio de su personalidad y también del carácter del Celta. La salida de balón desde atrás, actuando Casemiro, Modric y Kroos a diferentes alturas y pocos toques, agujereó la presión del Celta. El croata y Benzema se activaron a los lados de Tapia y habilitaron situaciones de contraataque. Con pulso en las entregas, el Madrid jugó de forma precisa y rápida y abrió camino también con cambios de orientación provechosos (34 pases en largo buenos). Llevó al Celta a su propio campo y ese contexto desfiguró a los Coudet. Cuando el Madrid perdía la posesión, se ajustaba en 1-4-4-2, equiparando Modric su posición con la de Benzema, para presionar con flema e intención (seis recuperaciones en el último tercio). Y robó, robó mucho, ante un Celta tremendista en su idea de sacar el balón jugado. Así hizo el Madrid ventaja, así sigue de pie en la pelea por el título. Es cierto que su apego al tonteo, más peligroso si cabe ante un Aspas indetectable, le pudo costar después caro, pero hasta en eso tiene ahora la ventura de salir indemne. En LaLiga eso vale un potosí.
Modric, entre líneas

El croata gana profundidad en la salida para situarse por detrás de Tapia. El Celta se descompone en la presión y el Madrid construye con facilidad. Control del balón y opción de transición.



