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Le está costando un mundo al Real Madrid en los últimos tiempos el hecho de derribar bloques bajos. El Elche planteó un buen partido defensivo con una defensa flotante en 1-4-4-2, con muy pocos espacios entre sus futbolistas y que se le atragantó a los de Zidane. Conducciones agresivas de los centrales, sobre todo Nacho, que acababan en poco o nada ya que no se encontraban las líneas de pase hacia los atacantes, que permanecían muy estáticos y sin tener clara de quien era la responsabilidad de atacar la profundidad. En este atasco emergió una vez más Karim Benzema. Se acaban los elogios para el galo, que lleva ya tres temporadas siendo el atacante más desequilibrante y goleador.

Dos tantos que llegan para salvar un match ball y que mantienen viva la llama de la esperanza para permanecer en la pelea por el título de Liga. Cierto que el equipo mejoró en la segunda parte con el cambio de dibujo, con una nueva energía provocada por la necesidad apremiante de conseguir el resultado y por Luka Modric. Fue entrar al campo el croata y activar el flanco derecho del ataque blanco. En lo posicional es muy inteligente y sabe cuando fijarse en el carril central y cuando atacar la profundidad desde ese mismo lugar. Desde ese momento tanto Rodrygo como Lucas comenzaron a participar con algún peligro que hasta ese momento había sido inexistente. Zidane sabe que Modric necesita descansar de vez en cuando y hoy le tocó hacerlo, pero es vital para el funcionamiento del equipo.