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Peter Lim pierde hasta Valencia; el Levante hace suya la ciudad

#Tornarem. Habría sido un derbi distinto sin pandemia. Habría olido a pólvora, a puesto ambulante de chocolate y buñuelos; habría sonado a masclet. Valencia estaría en Fallas, Orriols a reventar y la noche habría sido eterna para los vencedores y más llevadera para los derrotados. Otro año será. Porque volverán las Fallas a las calles y habrá más derbis en Primera, en ella se ha ganado su sitio el Levante, que ha dejado su estadio perfecto para la categoría, y no hay otro lugar para el Valencia, por más que este año se empeñe en mirar con pavor al fondo de la tabla.

Pertenencia. Así se jugó el derbi, sin público en sus gradas y silencio en las calles de la ciudad. Puede que hasta se escuchase desde Mestalla la megafonía del remodelado Ciutat de València, cuya acústica hará que el día que vuelvan sus aficionados, su aliento gane partidos. La pena granota es que, en un año para ganar en masa social por su hito copero, su gente lo haya tenido que ver por televisión, donde se potencia el sentimiento de pertenencia pero se pierde captación. Eso sí, a la vuelta del público, el Levante llenará seguro su estadio y veremos cuántos vuelven a Mestalla.

El sistema de Gracia. El derbi confirmó lo que los periodistas que van a Paterna cuentan por su buen hacer y Gracia, desquiciado por ello, se empeña en negar. Ya puede el club poner lonas por doquier o cortar ramas de árboles. Gracia buscó en una línea de tres centrales su vacuna a las cuatro bajas por sanción. Pero el remedio fue peor que la enfermedad. En un cuarto de hora el Levante había tenido tres ocasiones y a la cuarta Roger ya no perdonó. Rochina dio un máster de cómo trazar los pases entre líneas y Roger ejecutó a la perfección. La culpa del gol fue de Diakhaby; la del asedio granota que sufrió en esa fase Cillessen, cosa del planteamiento de Gracia.

Pues sí, jugaba Aitor. El gol sació el apetito del Levante, que superó con su victoria su luto copero, aunque acabó sufriendo de más por no rematar la faena cuando debiera. Su problema es que vivió relativamente cómodo hasta que apareció Manu Vallejo en el césped. Fue gracias al gaditano, puro pundonor, cuando supimos que bajo palos estaba Aitor y no Cárdenas. Su disparo le recordó al Valencia la cantidad de puntos que ha salvado in extremis (Celta y Villarreal sin ir más lejos) y hasta el final el derbi estuvo en un ay. Pero más por apariencia que por realidad.

El rey... Roger Roger, el rey del gol en los derbis en Primera (5), acerca al Levante a un hito que puede parecer anecdótico pero tiene su aquel y sería histórico. Nunca el Levante ha quedado por delante del Valencia al final de una Liga y a falta de 11 jornadas le aventaja en cinco puntos. Una más en el haber de Paco López y otra al debe de “Propiedad Meriton Holdings”. El Valencia, desde que Peter Lim se hiciera el harakiri desmontando el proyecto de Alemany y Marcelino, perdió su lugar en Europa, también en España y va camino este año de perderlo hasta en su ciudad.

El Príncipe... de Jonor. El Valencia se jugaba su presente en Orriols y su futuro en Singapur. O en Malasia. En el sudeste asiático, vaya. Allí tiene que decidir qué quiere hacer Peter Lim con la Sociedad Anónima que tiene en Europa. Delegársela al Príncipe de Johor o dejarla cómo está. Unos lo verán como truco o trato. Otros como susto o muerte. Lo que está claro es que el Valencia requiere de un cambio de timón. Lo necesita. Le urge. La riada llegó hasta aquí y más allá. Y el amigo del dueño, siendo tal opción lejana a la soñada democratización, sí es la que más a tiro está. Está por ver cómo se gestaría ese hipotético traspaso de poderes, si con una venta de parte de las acciones de Lim o vía ampliación de capital. Ello dictará en primera instancia si el Príncipe es solo un salvavidas para Lim o una boya a la que agarrarse un Valencia que se ahoga.