¿El Pucela? Bien, y con tendencia a mejorar
¿Cómo está el Real Valladolid? Pues, a día de hoy, parece dentro de lo que cabe, que bien y tendiendo a mejorar. Desde la atalaya de la victoria la perspectiva cambia. El triunfo del pasado fin de semana ha agigantado al Pucela, al menos en lo anímico, a juzgar por las declaraciones de sus protagonistas. Durante los dos últimos meses hemos vivido sumergidos en una profunda depresión y con la primavera próxima a romper, parece que por fin se asoma el delicado tallo de la violeta, ese que llaman brote verde.
Es verdad que el equipo ha experimentado una mejoría respecto a partidos no muy lejanos en el tiempo. Tampoco era muy difícil, si tomamos como referencia los enfrentamientos con el Huesca, Éibar, o Alavés. Quiero decir con esto que el Pucela no ha hecho otra cosa más que dar un primer paso hacia su objetivo de mantener la categoría, pero aún queda mucho.
Ante el Celta y el Getafe el equipo tuvo buenos momentos, pero no es menos cierto que también le ha faltado consistencia. Tras ser dominante, tener pegada e imponerse incluso con suficiencia a sus rivales, el Real Valladolid es incapaz de gobernar los partidos con mano de hierro durante los 90 minutos.
En estos dos últimos encuentros se ha repetido la misma historia, pero con resultado final diferente. El equipo desaparece en las segundas partes, le entrega la pelota al rival y apenas inquieta a su oponente. Esto termina propiciando taquicardias en los minutos finales. El Real Valladolid parece que se hace pequeñito y los rivales se crecen, algo que ha reconocido el propio Sergio González: "Por ese miedo a perder, por el cagazo, se pierden puntos en los minutos finales".
Esperemos que al menos el partido ante el equipo de Bordalás nos haya servido para mitigar ese no deseado irregular tránsito intestinal y que la confianza de los jugadores se acreciente. Y ahora tocar ir a El Sadar, donde Osasuna chequeará en un nuevo test el estado de salud del Real Valladolid.