La vida con Benzema

Hace dos semanas, en estas mismas páginas, escribí una columna que se llamaba 'La vida sin Benzema', lamentándome por la lesión del jugador más decisivo de la plantilla merengue. Así que hoy, gracias a Dios (y a los médicos del Real Madrid), puedo modificar ligeramente el titular y poner un "con" dónde había anteriormente un "sin". Una simple palabra de tres letras que cambia sobre el papel del periódico y que cambia radicalmente la percepción que los madridistas van a tener de este partido siempre tan peculiar. ¡Cómo han evolucionado los aficionados que querían ver a mi compatriota fuera del club temporada tras temporada y que ahora parecen los pilotos del carro de Benzema! Pero éste es otro tema. Lo que importa es lo de hoy y la tranquilidad que suscita la vuelta de un delantero que, lo hemos comprobado una vez más a lo largo de estos días, no tiene ningún recambio serio en la actual plantilla madridista.

Sin embargo, más allá de todo lo que aporta con sus goles y su juego prodigiosamente inteligente (ya lo sabe todo el mundo), creo que es esencial describir la relación muy especial que Benzema tiene con el estrés y la presión. Gestiona tan bien estos aspectos del trabajo de futbolista que, a veces, puede parecer alejado de la gravedad del momento, desinteresado. Todo lo contrario. Esta falsa frialdad le permite brillar en los partidos que paralizan a otros menos preparados.