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No hay barrera que valga

Al seguir un partido de fútbol como aficionados, nuestra mente suele proyectarse en los jugadores. Somos Busquets, o Koke, o Aspas, y anticipamos remates de cabeza, trazamos líneas de pase, hacemos faltas técnicas. Hay, sin embargo, un lance nuevo que me resulta imposible de visualizar: el del jugador que se tiende en el césped, tras la barrera, en un tiro libre. ¿Qué es lo que ve a ras de suelo? Me lo preguntaba anteayer, cuando el Everton defendía así una falta en su eliminatoria de copa contra el Tottenham. Desde hace un tiempo, la mayoría de equipos invierten un jugador en esa labor. Por si acaso. Pero resulta que casi no se chutan faltas por debajo de la barrera. En la Premier League, por ejemplo, hay memoria de goles parecidos de De Bruyne y David Luiz o de Cristiano cuando estaba en el United, y poco más. En la liga española, esta temporada solo Bardhi —todo un experto— logró un gol parecido para el Levante: el Valladolid no situó un hombre tumbado.

Messi lanza una falta ante el Granada.
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Messi lanza una falta ante el Granada.ParkerDIARIO AS

¿Qué es lo que ha producido este cambio? La influencia de Leo Messi, sin duda. Cuando decimos que su juego ha transformado el fútbol, es también por estos detalles. Antes de Messi, todos los equipos defendían las faltas de la misma forma. Su repertorio variado —en parte herencia de Ronaldinho— provocó esa novedad. También ha traído otra variación: situar a un defensa en el palo más alejado del portero para que pueda despejar el balón, si supera la barrera. En el último gol de falta de Messi, frente al Athletic Club, la astucia también se probó ineficaz: con Muniaín en el suelo, Yeray no llegó a despejar y se dio contra el poste. Además, la estrategia tiene dos contraindicaciones: se rompe el fuera de juego y el guardameta pierde la referencia total de la portería. El momento es apasionante —la imaginación al poder— y puede que incluso nos traiga nuevos giros de guion: esa falta chutada por debajo de la barrera (que salta confiada) para que dé en las manos del jugador yaciente, y al árbitro no le quede otra que pitar penal. Lo veo.