Los mejores lesionados del mundo

En su inmenso afán de gloria, el Madrid tiene también los mejores lesionados del mundo. Quizá por un momento, con la marcha de Gareth Bale, el club temió por la pérdida de un activo inigualable en este orden, pero lo reemplazó Eden Hazard, que baila con las lesiones con igual fatalismo. Su pertenencia al Madrid se escribe como una historia de fantasmas. Parece que juega, pero cuando uno se frota los ojos para asegurarse de que es él, y que su talento guarda todavía algunos tesoros, solo ve a un futbolista saliendo del campo cabizbajo y desapareciendo durante semanas. Por supuesto, siempre regresa, y sin duda, al poco, se lesiona de nuevo. Empezamos a no esperar el instante de su vuelta, sino la hora otra vez de su marcha, cojeando, como si con ello pretendiésemos confirmar que las maldiciones existen, y que no se puede hacer nada para sortearlas.

Ese momento, el instante del crack, está casi siempre desprovisto de dramatismo. No media una acción terrible, un lance aparatoso, un aúllo, un derrumbe teatral. Más bien todo está recubierto de apariencia de normalidad, hasta que, tras lo que se llama una jugada inofensiva, casi tonta, Hazard se pone en pie y se retira del campo, y rápidamente adivinamos en su rostro que no volverá en un mes. Quién sabe si todas esas lesiones regulares, fijas, como las llamadas del cartero al telefonillo para que abras el portal, no son el modo que tienen algunos futbolistas de reafirmarse en su destino: da igual lo que les pase, solo quieren ser futbolistas, porque ser futbolista es lo mejor que se puede ser en la vida, aunque no siempre jueguen.

Hazard se duele en una acción.

El peligro, sin embargo, es que lesión a lesión te conviertas en un enorme futbolista del pasado, pese a estar en activo, tener contrato y formar parte del club más laureado. Porque de Eden Hazard solo se pueden evocar las grandes cosas que hizo en el Chelsea y en la selección de Bélgica. El periplo madridista es una suma de partidos que se perdió, que casi jugó, que jugó a medias, o en los que pasó desapercibido.