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El Depor, un constante tsunami endogámico

Si usted es aficionado del Deportivo tiene garantizado algo no todos pueden decir: no se va a aburrir nunca. El problema es que esto no significa que se vaya a divertir, más bien todo lo contrario. El club coruñés es un constante tsunami en los últimos años, o más bien década, que arrasa con todo. Y claro, nadie disfruta viendo como una enorme ola destruye tu casa día sí y día, también. De estar en Primera hace dos años y medio, a no tener segura la permanencia en Segunda B. De un presidente que estuvo 25 años en el cargo, a tres distintos (más la transición con Armenteros) desde abril de 2019. De ser el club de toda a España con el capital social más repartido, a un propietario único. Como decimos en Galicia, un constante descenso a rolos que parece no tener fin. Porque que se marche Vidal y su consejo no garantiza nada. Libera la rabia de la impotencia de muchos aficionados viendo el desastre, sí. ¿Implica eso que Abanca vaya a acertar? Esperemos que sí, pero ya se vio que con Vidal y su consejo no, porque ambos aterrizaron de la mano hace poco más de un año. Es más, desde abril de 2020 David Villasuso, llegado desde la entidad bancaria, es director general del club y, desde hace poco, consejero coaptado.

La decadencia del Deportivo tiene muchas aristas, pero algunas son evidentes y su caída a los infiernos tiene mucho en común con la de los grandes imperios de la antigüedad. Vivió la gloria máxima con Lendoiro, el Augusto César de aquella gesta. Pero precisamente en esa cumbre comenzó su hundimiento al generar una deuda mastodóntica. Para que se hagan una idea. Nos echamos las manos a la cabeza con el Barça y su agujero. Su multimillonario déficit es, más o menos, el 1,5 de su presupuesto. El del Depor en 2014 era 16 veces lo que se presupuestaba. Fue cuando entró Tino Fernández, que evitó la desaparición, regresó a Primera y se estrelló el año de mayores recursos. Meses después, dimitiría. Paco Zas, el siguiente de la lista, se quedó a 20 centímetros de ascender en Mallorca y solo duró siete meses tras marcharse en diciembre de 2019 con el equipo colista.

Estos dos últimos presidentes tuvieron algo en común, una hostilidad sin precedentes desde muchos sectores nostálgicos del antiguo régimen. Tino vivió una constante guerra civil con el caso Jimmy como gran detonante. Con insultos o ‘manifestaciones’ a la primera de cambio que, junto a sus propios errores, acabó en la palabra que más se repite en el Depor estos últimos años: Dimisión!!! Zas no tuvo tanta suerte, el acoso, gritos y amenazas comenzaron el mismo día que fue elegido presidente en Palexco. Y tras la transición de Armenteros, llegó Vidal con Abanca y un factor que parecía decisivo: la famosa paz social. Pero esas aguas tranquilas no han sido suficientes tras el desastre deportivo y económico. En buena parte porque el Depor vive en una endogamia de la que es necesario salir. La solución ya no es Lendoiro, ni Tino, ni Zas. Ni lo era el propio Vidal, vicepresidente deportivo de Tino durante cuatro años. Toca mirar hacia adelante, no hacia atrás. Y a ser posible con una persona de fuera de A Coruña. De muy fuera y sin lastres en su mochila, aunque parece que no será así. Decía el guillotinado Fernando Vázquez hace no mucho que "el Deportivo será lo que su afición quiera que sea". Hoy la realidad es diferente, el Deportivo será lo que Abanca quiera que sea. Una entidad, por cierto, que antes cobraba su deuda puntualmente y ha pasado a cubrir las ingentes pérdidas del club. Esperemos que con la mentalidad competitiva y ganadora de Escotet el enésimo nuevo Depor sea, al menos, un trocito de lo que llegó a ser.