Asensio cambia el detalle por el capítulo entero
El Madrid terminó a todo gas en Huesca, como se supone en un equipo que se distinguía por su capacidad agonística. En gran medida, el partido le resultó agónico. Jugó bien, pero con monotonía en el primer tiempo, sin cambio de velocidad, ni de empuje. El encuentro que deseaba el Huesca se lo permitió el Madrid, que sólo encontró la aceleración de Vinicius, veloz pero confuso. Los desastres defensivos condujeron a una situación que el Madrid resuelve peor que nunca: la remontada pura y dura. Lo consiguió, con Marco Asensio como invitado especial.
La secuencia de errores defensivos en el segundo tiempo pesó casi tanto como el poderoso arreón que llevó al Madrid a la victoria. Se confirmó su inestabilidad, pero el fútbol permite dobles lecturas en muchas ocasiones. Se puede incidir en los elementos negativos de tal o cual jugador, o de tal o cual equipo, y hasta incidir en la negatividad. También se pueden detectar los rasgos positivos, por delicada que sea la situación. Sobre los aspectos negativos del Madrid no hay mucho que añadir. En Huesca, se recreó en ellos.
Con Varane. Hubo en su reacción un empaque que merece elogiarse. Fue algo más que una remontada a golpe de corneta, que tampoco es una tontería en el fútbol. El Madrid reaccionó a la desventaja con vigor y clase. Es cierto que los goles llegaron en rechaces o saques de falta y que Varane marcó los dos. Hizo de Sergio Ramos en el área contraria, aunque no va en su carácter.
En el bocadillo de los goles figuró el excelente juego de Modric y Kroos, la masiva presencia de Casemiro, la brillante demostración de Benzema y el completísimo despliegue de Marco Asensio. Desde el lado crítico, se le reprochará que no regresó a una posición defensiva en el gol del Huesca y en otra oportunidad del equipo aragonés. No era fácil cumplir con esos deberes en el despelote defensivo del Madrid, con los dos laterales descontrolados en sus salidas al ataque y el resto de la defensa al garete.
Lo más interesante en la aportación de Asensio no fue un tiro, un gol, una exquisitez. Eso es bastante corriente en sus actuaciones. Rara vez se va de un partido sin dejar un par de detalles, con el riesgo de quedarse con la etiqueta de jugador superficial. En ocasiones, Asensio transmite la sensación de futbolista sometido a un combate interior entre sus posibilidades y un freno que le impide aprovecharlas.
En los últimos meses ha mezclado las dos versiones, un avance con respecto a la última edición de Asensio, aplanada aún más por la lesión de rodilla. En los dos últimos meses ha mezclado algún buen partido con otros decepcionantes. Nunca ha consagrado sus eventuales progresos. En Huesca ofreció la versión más parecida al futbolista que cautivó en sus inicios, con la energía y el compromiso que tantas veces le ha faltado.
Asensio jugó para ganar un partido que quemaba. Se añadió a los mejores del equipo y funcionó tan bien como ellos, sin decaer en ningún momento del segundo tiempo. Pasó del detalle a la frase completa. Resultó imparable para la defensa del Huesca. En un partido que amenazó tormenta crítica, el Madrid encontró al Asensio soñado, excelente noticia si el sueño no vuelve a quebrarse.