Se hace justicia, antes no se hizo

La roja de Messi acarrea dos partidos de sanción. Una decisión que hace justicia. La lástima es que no se haya hecho justicia antes con acciones parecidas o con la sucesión de faltas que ha recibido Messi a lo largo de su carrera y que ha tardado 753 encuentros en explotar de manera reprobable.

Hay que recordar que alguna que otra vez se le ha acabado la paciencia y ha actuado mal, pero en una balanza, las recibidas (desde pisotones en la mano cuando estaba tirado en el suelo hasta entradas criminales que han pasado desapercibidas) ganan por goleada a una acción que retrata a Messi como un humano más.

La acción es fea, merece la roja y dos partidos de sanción, pero ir más allá es ridículo. Especialmente, si se mide su sanción con otras acciones protagonizadas por jugadores como Raúl García, Diego Costa, Sergio Ramos o Cristiano Ronaldo (por citar unos cuantos) que salieron de rositas de trances parecidos.

Siempre dice Iturralde González que los árbitros deberían estar muy agradecidos a Messi, un jugador que en el tiempo en los que había gente en los estadios podía haberles tirado a la grada encima y hacerles el partido imposible tres veces antes de la media parte si le diera por la vena dramática que caracterizaba a otros grandes jugadores amigos de la croqueta por el suelo y el grito desgarrado.

Messi aceptó la roja sin una mala cara y se fue al vestuario sabiendo que se había equivocado. Tratar de pasarle facturas ahora o hacerle pasar por lo que no es son ganas de revanchismo infantil. Una actitud tan natural como la frustración del propio jugador tras ver como se le escapaba una final en la que salió a jugar sin estar bien.