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Los Nets de Durant, Harden y Kyrie: cuidado con los memes

En cuanto los Nets ensamblaron su nuevo big three atómico, de hecho en cuanto hubo rumores de que se gestaba el bombazo, comenzó una sesuda carrera para ver quién vaticinaba con más precisión, con más capas de analítica, una caída que será, si se produce, estruendosa hasta niveles seguramente históricos. Y más en esta NBA de gossip, drama y redes sociales. Los niveles de estudio profundizan tanto que acaban provocando giros de 180 grados en las opiniones a pie de calle: quien traspasa a su gran estrella tiene un futuro brillante, muchas rondas de draft; posibilidades infinitas. El futuro es lo que imaginamos que será… hasta que se convierte en presente. Y quien se hace con un jugador determinante tiene el problemón de tener que ganar en el corto plazo, acomodar personalidades, pulir rotaciones ajustándose al salary cap, estremecerse pensando en que lo ha fiado todo al hoy y que mañana, tal vez, no quede nada.

Sucedió antes de la temporada pasada: Anthony Davis se fue a los Lakers traspasado por New Orleans Pelicans, un equipo cuyo futuro se reconocía, promesas jóvenes y capital de draft, embriagador. Los Lakers, mientras, tenían que acoplar a un Davis sin probar en las altas esferas de los playoffs con un LeBron tal vez ya avejentado. Más un entrenador que llegó de rebote, Frank Vogel, y una plantilla hecha de retales al servicio de las estrellas. Esta temeridad valió un anillo, el primero en diez años para la franquicia angelina, y la pole position en la carrera de esta temporada. Los Pelicans tienen un balance de 34-49 desde que perdieron a Davis y se llenaron de futuro.

Esta es la realidad: Kevin Durant, Kyrie Irving y James Harden son tres personalidades complicadas, jugadores que han salido rebotados de lugares en los que casi cualquier otro soñaría con estar. De la gloria y los millones de los nuevos Warriors de San Francisco a la historia y las banderas en el techo del Garden de Boston. Durant rechazó a Curry, Irving a LeBron y a Harden no le valieron como compañeros ni Dwight Howard ni Chris Paul ni Russell Westbrook. Tienen un entrenador novato, Steve Nash, y un acompañamiento raquítico. Sin defensa, sin rebote, sin apenas trabajo sucio. Sí, el colapso puede ser bombástico.

Pero lo cierto es que, lo acaban de demostrar los Lakers, cuando el talento encuentra el camino, el talento gana. Seguramente este proyecto de los Nets sea de mecha corta, incapaz de sostenerse a medio o largo plazo. Pero ¿y si encuentra el punto de cocción para unos meses, los justos para cargar como un rinoceronte sobre esta Conferencia Este abierta de par en par? Durant, Harden e Irving son anotadores colosales, los tres entre las mejores armas de ataque de toda la historia la NBA. Y a la cabeza, no lo olvidemos, está un Kevin Durant que es un espécimen único, un ejemplar hecho un molde en el que no encaja ningún otro jugador. En su techo, uno de los mejores de siempre. Temible con cualquier acompañamiento, de techo inimaginable si Irving deja atrás sus excursiones mentales y Harden aprende a manejarse donde no será rey sol, como en Houston. Lo que sugiere su unión es suficiente para aplaudir los movimientos de los Nets y para ser cuidadoso con las bromas, los memes y las profecías fatalistas. Si fallan, los Nets serán un cadáver esplendoroso. Pero si cuajan, no habrá rival más amenazador para el trono de los Lakers. El factor X, nada es en realidad tan complicado, siempre es el mismo: si se ordena, el talento gana.