El desbarajuste colosal de Ramos y Marcelo

La confusión atrapó al Madrid. Se creyó tanto su superioridad que se acomodó y se dejó sorprender por un Elche al que hay que echar de los partidos. Si está aquí el equipo ilicitano es por su capacidad de supervivencia y anhelo de competir con cualquiera. Su disciplinado 1-4-1-4-1 en campo propio, que añade la agilidad mayúscula de Edgar Badía en la portería, apagó a un Madrid plomizo. El juego madridista nunca tuvo gran verborrea, indigente cuando no aparece Benzema y solo agitado por los cambios de orientación de Kroos y alguna transición tras robo en la salida local. Aun así, se puso en ventaja, pero el resultado lo único que hizo fue alimentar el aturdimiento blanco. El absurdo de Carvajal promovió un empate que el Elche, con actuaciones notables como las de Marcone, Guti, Fidel y Boyé, mereció por pura voluntad y actitud.

La versión grisácea del Madrid quedó representada en el lío de Ramos y Marcelo en la izquierda. Tiene un problema Zidane cada vez que acude al brasileño. No es culpabilidad única del lateral, que comparte la distensión con el capitán. La tendencia exagerada de Ramos a salir de posición queda muy retratada cuando Marcelo está a su lado. Sin Mendy, que por concepto y presencia física destaca en las aptitudes defensivas, nadie corrige al central. Además, a Marcelo ya le cuesta defender hacia delante, pero tampoco puede volver hacia atrás. El Madrid tuvo fortuna de que Rigoni no acabara bien casi ninguna de las jugadas en las que delató este desbarajuste. El aviso del empate sirve a Zidane también para sacar conclusiones sobre la conveniencia de juntar a futuro a Ramos y Marcelo en sus alineaciones.

La brecha abierta

Distancia entre Ramos y Marcelo. El central está fuera de posición, el lateral pierde la espalda ante Rigoni y el agujero en ese sector izquierdo resulta considerable. Error recurrente en el Madrid.