Nuestro hombre en Estambul

A Heurtel le han hecho un Macaulay Culkin: le han dejado en tierra la víspera de Navidad. Al menos la madre de "Solo en Casa", aunque reincidente, tenía el atenuante del despiste. En el caso del base francés, el Barça lo ha hecho a conciencia y teniendo contrato en vigor con el jugador. El atropello al sentido común es inaudito y el tiro en el pie institucional resulta hasta cómico. Ni los malos de "Jungla de Cristal" tomando el Nakatomi en Nochebuena mostraron tan poco tacto hacia el derecho laboral.

Sarunas Jasikevicius, el mismo que dio la vuelta al mundo por una rueda de prensa en la que decía que su entonces jugador, Augusto Lima, hacía muy bien en perderse unas semifinales por el nacimiento de su hijo, porque lo importante era lo importante, la familia y todo eso, parece que ahora ve lógico dejar tirado a uno de los suyos en Estambul, en mitad de una pandemia, lejos de su familia y en Navidad. Desconozco si los compañeros de Heurtel estaban al tanto de la situación, pero tampoco salen bien retratados.

No considero que el Real Madrid sea necesariamente modélico en todas sus formas y maneras (algunos no olvidamos aquel comunicado de despido de Lopetegui). Pero me relaja, como madridista, que mi club venda a Marcos Llorente al Atlético de Madrid o que permita que Tomic o Mirotic jueguen para el eterno rival sin aspavientos y sin dramas desde el club. Saldrá luego todo mejor o peor, serán decisiones deportivas más o menos discutibles, pero Zidane y Laso demuestran clase, seguridad y criterio en esas decisiones. Si un jugador se quiere ir, que se vaya. Y si eres tú además el que no cuenta con él, ni qué decir tiene. Pero nunca puedes tomar decisiones cegado por el odio y por el miedo a la felicidad del rival. Porque ahí es cuando empiezas a perder el control y a actuar en función de los demás. Y todo empieza desde el banquillo, siendo de verdad un líder. Porque no hay mejor orden que el ejemplo. Y uno nunca deja atrás a un compañero. #FreeHeurtel.