El repunte futbolístico en el que anda inmerso el Madrid tuvo su máxima expresión en los primeros 15 minutos de Ipurua. No se puede jugar mejor. Simplemente lo bordó con asociaciones casi matemáticas y una velocidad en la circulación inalcanzable para la decidida y conocida presión del Eibar. Siempre le cuesta a Mendilibar encontrar el modo de afianzar su atrevido planteamiento cuando tiene al Madrid o al Barcelona enfrente, pero esta vez hay que anteponer el mérito de los de Zidane. Sin rastro de las rotaciones de antes, el Madrid agudizó su ingenio. Modric y Kroos se acomodaron en posiciones liberadas donde no llegaba el empuje armero y Benzema dio un recital en el que combinó apoyos en la recepción con desmarques a la espalda de la adelantada línea defensiva local. Todos los jugadores soltaban con rapidez y se movían para dar una salida al compañero. El balón voló en los pies blancos —1,17 toques por pase— en un inicio insuperable del que Eibar salió medianamente vivo como pudo.
Como no es un equipo redondo, ni se acerca todavía, al Madrid le tocó sufrir después. A nivel táctico, le costó repetir los mecanismos de proximidad que le habían hecho tan superior en el principio del envite. El bloque se alargó, Modric se alejó de la base de la jugada y el balón pasó demasiadas veces por las piernas de Varane y Casemiro. El Eibar, al que hay que derribarle varias veces para tirarle de todo, se agarró a Kike García y Bryan Gil, un jugador de otro tiempo. Supo administrar las acciones de presión y firmó un ejercicio de responsabilidad y resistencia mayúsculo. Con su apuesta por el juego directo, encajonó al Madrid en su campo —44,8 metros de posición media— y cargó sobre la portería de Courtois con centros laterales que solo el buen hacer blanco en área propia (118 acciones buenas) consiguió frenar. El Eibar exigió hasta el final a los de Zidane que por un rato sublimaron el fútbol.
El arrastre de Modric Ampliar
El Madrid se abalanza sobre el perfil izquierdo. Modric interpreta a la perfección el movimiento de ruptura que tiene que hacer para limpiar el espacio a Rodrygo. El brasileño busca el interior y conecta con Benzema en el primer gol.