NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Si Florentino pega un hachazo es para tirar un pino

Florentino Pérez ha hablado ante la Asamblea de compromisarios de la necesidad de afrontar reformas en las competiciones para que el fútbol no muera por inanición. El presidente del Real Madrid nunca suelta una palabra gratuita, y mucho menos ante los socios del club. De su discurso podemos deducir, con escaso margen de error, que la Superliga Europea de Clubes es mucho más que un proyecto, es casi una realidad. Podemos estar seguros que la nueva competición está ultimada y al caer. Cuando Florentino pega un hachazo es para tirar un pino.

La locomotora de este plan es el Real Madrid, que tiene como socio a la FIFA (pronto llegará una declaración de Infantino) y como aliados a los otros grandes clubes de Europa, incluido el Barcelona. Los mejores equipos de España, Inglaterra, Italia, Alemania y Francia, han dado su visto bueno a la nueva competición que quieren poner en marcha en septiembre de 2022 y que replicará el modelo de la Euroliga de baloncesto, con partidos a ida y vuelta entre los 16-18 participantes y un play-off final en una sede única para decidir el campeón. El formato, ya ultimado, contempla una liga todos contra todos con 34 encuentros en la que los ocho mejores se disputarían el título final. Los clubes afiliados no dejarían sus campeonatos nacionales, que se seguirían disputando en cada país.

El pasado 20 de julio se cumplieron 20 años de la llegada de Florentino Pérez a la presidencia del Real Madrid. Desde que ganó las elecciones del año 2000, en su cabeza siempre tuvo la idea de reforzar las competiciones europeas. Nada más llegar reactivó el G-8, un grupo de grandes clubes europeos unidos en torno a una idea, pero sin un liderazgo. Ahí está el germen de esta Superliga Europea, a la que la pandemia ha hecho inevitable para mantener los presupuestos de los clubes, los contratos de los jugadores y el interés de los aficionados. No se puede levantar un nuevo Bernabéu sin tener algo emocionante con lo que llenarlo.