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El Barça se queda a la luna de Valencia

La vida nos da estas penas, como cantaría el valenciano Raimon, que acaba de cumplir 80 años: apuntas victorias, entre ellas esta que caería hoy en el Camp Nou, y de pronto llega el Valencia y se alza ante Koeman (su antiguo fatigoso entrenador) con una estrategia de lujo que poco a poco le fue quitando a los azulgrana franjas enteras de campo, y sembrando de minas el regreso al área rival cuando Messi empezaba a encauzar a los suyos. Ese Barça que parecía emperador se fue haciendo poco a poco pez espada.

En medio de esos regalos llegó el gol en contra, que dejó al equipo azulgrana a la luna de Valencia, y a merced del Valencia, hasta que llegó el penalti que metió el 10 rosarino poseído por la rabia de haberlo fallado. Ese cabezazo tenía la intención de reinaugurar el partido, y el Barça se colocó en el puesto del triunfador gracias a un gol que parecía debido al azar divino, pues a la divinidad que profesa se lo dedicó Araujo. Un inciso: habría que ir contando las veces que el dios de cada uno beneficia a los futbolistas que golean.

El Barça no estuvo fino ni cerca de afinar, como si los pies de sus pasadores, y de sus rematadores, estuvieran peleados con el dios que vino en auxilio casual del uruguayo barcelonista bendito de dios.