Vivo Zidane, toca matar a los árbitros
El Real Madrid ha encajado un sólo gol en los últimos cuatro partidos, lo que ha traducido en cuatro victorias que le dejan en lo alto del Campeonato de Liga y clasificado, por vigesimosexta vez consecutiva (el único club que lo ha conseguido), para la serie eliminatoria de la Champions. El siguiente objetivo en España será la Supercopa y el próximo en Europa, el Atalanta, contra el que jugará en casa el partido de vuelta de los octavos de la Copa de la Europa porque se ganó ese derecho al ser primero de grupo.
Ahí van resumidas todas las razones por las que ha comenzado la misma serie de siempre, la que se repite cuando el viento sopla a favor del Madrid. Superado lo de la flor de Zidane, lo que procede ahora es quejarse de los árbitros, después vendrá lo de protestar porque al Madrid le tocan rivales más débiles (el Atalanta), y ya más tarde lo del calendario amable.
Pero ahora estamos en la fase arbitral. El partido ante el Athletic ha provocado quejas, como pasa siempre. La polémica se centra en tres jugadas: el presunto penalti a Williams, la expulsión de Raúl García y la mano de Capa. La primera jugada es diferente de las otras dos por una razón evidente: está sujeta a interpretación. Jesús Gil (Manzano) debió entender que al empujón de Carvajal al delantero del Athletic le faltó la intensidad necesaria como para selañar la pena máxima. Podemos estar de acuerdo o no, hay debate. Las otras dos jugadas no son discutibles: la mano de Capa es nítida y por lo tanto es penalti, y la segunda entrada de Raúl García ya era en si misma roja directa.