Yulimar, Duplantis y aquel febrero mágico

El premio de Atleta del Año otorgado a Yulimar Rojas nos transporta a una noche de ensueño en el Polideportivo de Gallur, en el barrio de Los Cármenes, en el distrito de Latina, en el pabellón que ha recuperado el atletismo de élite para Madrid, en otros tiempos una ciudad acostumbrada a las grandes estrellas y a los récords siderales. Era viernes, 21 de febrero, poco antes de que la pandemia cambiara nuestras vidas para siempre. El virus ya acechaba, pero el planeta todavía ni imaginaba la que se venía encima, se veía como un problema lejano, aunque realmente estaba a la vuelta de la esquina. La semana anterior, Armand Duplantis había batido dos veces la plusmarca mundial de pértiga, en Torun y en Glasgow, con 6,17 y 6,18. Su nombre estaba en boca de todos, en un año que aún anunciaba numerosas gestas, con los Juegos en el horizonte. Duplantis no compitió en el cierre del World Indoor Tour, tenía otros planes, pero la capital española tampoco le echó en falta. Otro concurso de saltos, el de triple, iba a acaparar el protagonismo.

En Gallur estaba Yulimar, una venezolana afincada en Guadalajara a las órdenes del mítico Iván Pedroso. Al ritmo de las palmas madrileñas, en una ciudad que le da "buena vibra", Yuli batió por siete centímetros el récord de Tatiana Lebedeva: 15,36. Fue una fiesta. Para el verano se reservaba el gran salto al aire libre, la plusmarca de Inessa Kravets sobre 15,50, la gloria olímpica en Tokio... Pero nada de eso llegó. El coronavirus aplazó todo. Aun así tuvo tiempo de ganar en Mónaco, mientras que Duplantis batía el récord outdoor en Roma (6,15), en un verano atípico, con reuniones adaptadas a los tiempos. World Athletics ha premiado, sobre todo, los saltos galácticos de aquel febrero mágico. Cuando los nubarrones todavía no habían desatado su tormenta.