La película de Maradona
La muerte de Maradona ha desempolvado nuestros viejos listados de los mejores futbolistas de la historia. Recontamos Mundiales, Copas de Europa, goles y jugadas inolvidables década a década, enfrentando en nuestro Sarrià íntimo a Di Stéfano, Puskas, Pelé, Cruyff, Maradona, Zidane, Cristiano, Messi y pocos más. Pero al margen de nuestros gustos, que creemos sustentar en los datos, existe una estadística inapelable en la que Diego Armando Maradona es el número 1 con diferencia. La atención demostrada por el cine hacia el Diez no admite comparación. El carisma y la fotogenia medida en películas y series encumbra a Diego por encima de los demás y pone sobre la mesa la eterna dicotomía entre el futbolista y el personaje.
Sentencia Asif Kapadia, director de Diego Maradona, el mejor documental maradoniano (tras Senna y Amy, otros dos portentosos largometrajes), que, por un lado, era Diego, el hombre que sólo se sentía vivo con la pelota en los pies, y, por el otro, Maradona, el personaje al límite del fuera de juego vital que se convirtió en un antihéroe de Scorsese y Kusturica. El cine lo mostró primero en cameos a la altura de Gardel, luego como una presencia alrededor de la cual giran un país (Argentina) y una ciudad (Nápoles) y, más tarde, entendió que la mejor manera de retratar a un Dios era conocer a sus fieles, como Carlos Sorín en la reveladora El camino de San Diego, la mejor película sobre Maradona sin Maradona. Pero el personaje fue comiéndose al futbolista: al final, Sorrentino puso el espejo cóncavo a su estampa de arte y ensayo en La juventud, y las plataformas convirtieron su vida en una parodia en Sinaloa o, directamente, en una temporada de Narcos. La ficción se les iba de las manos, cuando la realidad volvió a imponerse y los que celebramos al futbolista eterno nos refugiamos en Youtube. La vida es en directo, cantaban los austríacos Opus en Live is Life, el himno que suena en el Olímpico de Múnich mientras Maradona disfruta siendo solo Diego en un calentamiento elevado a la categoría de las Bellas Artes.