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JUAN CRUZ

Póngase usted en el lugar de Messi

Tras quince horas, cuando aterriza, le cuentan que el entorno (como también se dice) de un compañero de trabajo lo está insultando donde le duele.

Póngase usted en el lugar de Messi

Messi es un santo. De los de antes. De los de cilicio y penitencia. Hasta que explota. Póngase usted en su lugar. Olvídese de que es un multimillonario, piense que es tan solo un ciudadano común, que va y viene del trabajo, de un determinado trabajo, y de apresta a acudir a otro, en el que participa como operario fijo. De este último se quiso ir, porque lo tenían harto, pero se quedó en él por amor o por fidelidad a los colores, que no a la empresa.

Cuando ya estaba recuperando las sensaciones, como se suele decir, se fue a su país de origen, a hacer uno de sus trabajos eventuales. Allí lo tratan como a un viejo que ya no sirve ni para esas tareas subalternas. Lo miran con lupa, como si se tuviera que examinar cada vez que da un palo al agua. Subido en el avión de regreso adormece ese malestar, pero a las quince horas, cuando aterriza, le cuentan que el entorno (como también se dice) de un compañero de trabajo lo está insultando donde le duele, y que además le están reclamando unas cuentas como si fuera un chorizo. Entonces estalla. ¿Es que usted no hubiera estallado?