Escándalo en MotoGP

Incomprensible a todas luces lo que ha sucedido en el Mundial de MotoGP justo antes de sus tres grandes premios decisivos. Los comisarios del certamen deciden que Yamaha ha cometido una falta técnica al manipular de forma ilegal sus motores y sancionan tanto a la marca como a los equipos que utilizan sus monturas con la pérdida de puntos. ¿Y los pilotos? Pues parece que deben de correr a pie, porque la irregularidad de la marca de los diapasones carece de efecto alguno en su posicionamiento en el campeonato. Obviamente los deportistas no son responsables en estas cuestiones mecánicas, lo que no impide que hayan obtenido beneficios en tales circunstancias. Sus motos compitieron fuera del reglamento, lo dicen los especialistas que han juzgado el caso, pero la clasificación de pilotos no se ve alterada por tal motivo. Me parece un escándalo, un veredicto incomprensible desde todo punto de vista.

La clave del asunto es si se produjo la apertura prohibida de los propulsores de Yamaha. Una vez se concluye que así fue, incluso la propia marca lo reconoce, la sanción debería afectar a todos aquellos que hayan podido disfrutar de ventaja con la trampa, que en definitiva es de lo que hablamos. ¿Qué pensarán los demás pilotos, marcas y equipos si Quartararo, Viñales o Morbidelli ganan el título? No entro ya a discutir los detalles, el tipo de sanción o sus consecuencias, sólo digo que resulta clamoroso que los beneficiados salgan impunes de la infracción. La sensación que queda es que nadie se ha atrevido a dinamitar el interés del Mundial en su fase final, a sacar de los pronósticos a tres de los aspirantes al título. Lo grave es que ahora puede ser que se proclame un campeón bajo sospecha, con la sombra de la duda.