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A Hamilton solo le queda rematar

Un gran premio más, un gran premio menos. Avanza esta temporada atípica de Fórmula 1 y se acerca el desenlace que se intuía incluso antes de que comenzara. Nadie tose al todopoderoso equipo Mercedes, menos incluso a su piloto estrella. Nueve victorias acumula ya Lewis Hamilton, tan solo se le han escapado cuatro durante la campaña: las dos de su compañero Bottas y las casi sorprendentes de Verstappen y Gasly. Son cifras de inmenso campeón, un auténtico fuera de serie sentado en un monoplaza que igualmente es extraordinario, como avalan los siete títulos mundiales de constructores consecutivos de los alemanes. Una especie de maldición bíblica para el resto de los equipos del Mundial, incapaces siquiera de inquietar a los favoritos indiscutibles año tras año.

A lo largo de la historia de la F1 han existido periodos hegemónicos de unos colores, pero lo de Mercedes supera los precedentes. Especialmente si consideramos que los pronósticos señalan que el año próximo tampoco deberían producirse novedades significativas en este orden establecido, como mínimo habrá que esperar a 2022 para que la ansiada alternancia en cabeza se materialice. Porque, no nos engañemos, que ganen siempre los mismos dista mucho de ser lo ideal para la emoción y el interés. Malo si es un equipo y peor si es un piloto, porque en ese caso la incertidumbre queda anulada por completo. A Hamilton ahora sólo le queda el trámite de rematar dentro de dos semanas en Turquía, su séptima corona está asegurada salvo una catástrofe inimaginable. Así que la vida sigue igual… mal que nos pese.