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La tostada y la mantequilla

La advertencia. Cuando el Espanyol iba en cabeza, y destacado, del maratón de Segunda, se tropezó al paso por Vallecas y bajó a la Tierra. No va a ser el mejor en todos los kilómetros de los 42 que le separan de la victoria y de volver a Primera. Aunque tenga las condiciones de un keniata, pues así se lo otorgan los recursos y el nivel de sus jugadores, las carreras no se ganan antes de tiempo, incluso hasta el sprint final no se marcan las diferencias. El Espanyol se llevó de Vallecas esa advertencia, al margen de un récord.

Papel firmado. Visto con perspectiva, cualquier perico habría firmado sumar 13 puntos en las primeras seis jornadas, descartando ya a Mallorca y Rayo. Otra cosa es si se habría firmado el cómo. Porque, no nos engañemos, a estas alturas el Espanyol es un grande en Segunda pero que no juega como tal, concretamente lejos de Cornellà-El Prat. En Oviedo, dos errores del equipo local rescataron los tres puntos para un Espanyol que generó poco. En Sabadell, Melamed edificó el triunfo en el minuto 83 pese a que los blanquiazules sí crearon ocasiones anteriormente, la mayoría de ellas a la contra. Y en Vallecas no se lanzó a portería. Tres partidos que dejan claro el plan del ascenso: ganar todo lo posible en casa y no perder fuera, siendo conscientes de que habrá días como los de Sabadell (0-1) y otros como los de Vallecas (1-0). La tostada no siempre cae del lado de la mantequilla, pero a veces sí.

Los fogonazos. Más que nunca, el Espanyol se sujetó a sus centrales, impenetrables, para sobrevivir ante el atrevido equipo de Iraola, con contó con dos extremos punzantes, sobre todo Isi. Exigidos Dídac y Miguelón en defensa, el Espanyol no conectó nunca ni con Puado, ni Vargas ni Darder ni mucho menos RdT, una isla. Esa zona del campo se cortocircuita continuamente, acostumbrado el Espanyol a funcionar por fogonazos y no de manera orquestal. Así Embarba, Vargas, Vadillo, Malemad o Puado fueron pasando por los costados aportando su sello pero sin ser determinantes ni cambiar el curso del río, abocado a un desenlace trágico.

La historia. Un final que acabó con el récord de imbatibilidad en Segunda. Diego López ha estado 538 minutos sin recibir goles y deja atrás al eterno N’Kono. En un club cuya historia la forjan los porteros, el gallego se ha hecho un hueco en cinco temporadas cargadas de emociones. Buena parte del éxito del plan de Vicente Moreno también pasa porque el meta mantenga este nivel tan elevado. Un plan que, en Vallecas, sufrió el primer traspié.