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La Nations League. Lo bueno de esta competición que todavía está echando los dientes de leche es que te obliga a sufrir mirando la clasificación al final de cada jornada, como hacen los españolitos con su equipo cada fin de semana en LaLiga. Resulta que contra todo pronóstico pierdes en Ucrania, pero a la vez te metes en AS.com y descubres alborozado que los suizos empatan heroicamente con Alemania en territorio germano. Ese 3-3 es un regalo del cielo, dado que pese a la cáscara de plátano que pisamos en Kiev seguimos líderes en solitario del grupo. Ahora hay que puntuar precisamente en Suiza, dentro de un mes, y acto seguido ganar a Alemania en La Cartuja en la última hoja del calendario inicial de esta Nations League que a mí me gusta por su formato y por cómo te premia y te penaliza a partes iguales. Los suizos, que cogieron fama de neutrales durante las grandes guerras, quisieron demostrar ante la tropa de Neuer y Kroos que son un equipo con cosas que decir en el escaparate de Europa. Esperemos que en noviembre no se lo tomen tan a pecho y nos dejen resarcirnos de este gatillazo. Y todo por una contra que nos cogió con la defensa descolocada y con De Gea alejado de su portería de forma temeraria...

El portero. Su gran actuación ante Alemania (cuando empatamos con el gol agónico de Gayà) y su paradón el otro día con los suizos me hizo creer que Luis Enrique lo había reinsertado con éxito para La Roja. Pero hay algo en De Gea que termina por minar su discutido prestigio bajo palos. Alterna intervenciones prodigiosas con errores de bulto. Y eso, en un portero de la Selección, es inadmisible. El debate está abierto y es normal que muchos aficionados, entre los que me incluyo, estemos pidiendo una oportunidad para Unai Simón, el porterazo del Athletic de Bilbao. A De Gea y a Kepa los discuten en la Premier. Mucho. En España nadie discute a Unai Simón. Quizás haya llegado el momento del cambio.

El tal Bushchan. Nos las prometíamos muy felices porque el maldito COVID había logrado que la tropa de Shevchenko (la verdadera figura de los ucranios) se quedara sin porteros, incluido el madridista Lunin. Al final todo quedaba en manos de un tal Georgiy Bushchan. El chico se llevó siete chicharros en el amistoso de París con la Francia de Mbappé y ante Alemania se tragó también uno de los goles. Nos creíamos que íbamos a tener un chollo en el inmenso estadio olímpico de Kiev, con 15.000 aficionados que rugían como si fueran 80.000. Pues Bushchan se vino arriba y fue determinante para el 1-0 final. Tuvo varias paradas excelentes, sobre todo en un golpe franco lanzado por Sergio Ramos, que limpió de la escuadra con un vuelo sin motor magnífico.

El ‘9’ es Ramos. Lo doloroso es comprobar que el mejor delantero centro que tenemos es Ramos. Ya sé que no es su sitio, pero cuando en los últimos diez minutos el capitán se lanzó a tumba abierta hacia la portería ucraniana es cuando de verdad olimos el azufre del gol. No llegó porque el tiempo apretaba y los exsoviéticos se defendían como fieras. Pero hubo varios “uyyyyys”, esos que en fútbol suelen ser el preámbulo del gol soñado. Toca reflexionar. Si con Rodrigo, Oyarzabal, Gerard Moreno, Paco Alcácer o Ansu Fati (otra vez gris) no nos da para hacer goles, es que algo falla. Sin embargo, nuevo sobresaliente para Adama Traoré. Se hinchó a desbordar y dar balones de gol. Pero en el área sólo esperaba el silencio. Una pena.