Del "caso Rolan" a "la casa de Rolan"
"Al mal tiempo buena cara ... y para la lluvia, paraguas". En un sentido figurado, así podríamos valorar “el fichaje” de Diego Rolan por el Deportivo, porque, si somos capaces de reconducir la situación que a todos nos ha sorprendido, es posible que hayamos encontrado, de forma casual, la fórmula perfecta de apuntalar el ascenso en esta temporada a la liga de fútbol profesional, objetivo único del deportivismo.
De repente hemos chocado con algo que no esperábamos, con el denominado "caso Rolan", al que para sacarle un rendimiento positivo es imprescindible sincerarnos. Parece obligado admitir los errores cometidos. No pasa nada por ello porque los cometemos todos, y casi siempre por tratar de beneficiar al máximo al club. Por eso creo que no debemos pelear por las bazas perdidas y sí aprovechar las indudables ventajas que han surgido.
Aunque no sea fácil admitirlo debemos "olvidar" que Rolan lleva meses alejado de los campos de juego; que percibe un salario imposible para la Segunda B, salvo acuerdo poco probable; que alguna de sus actitudes anteriores no gustaron... No queda otra que olvidar ese pasado, si ahora queremos disfrutar de verdad del futbolista.
Un jugador que casi nadie discutirá que sería un refuerzo valioso para abandonar de inmediato la categoría tildada con la espeluznante calificación de liga no profesional. Una liga que el Depor no pisaba desde hace 40 años, que ascendió con el Celta, por el grupo Norte, cuando la 2ª B la integraban 40 clubs, en lugar de los 102 actuales, la más clara muestra del empobrecimiento de esta competición.
Pero para que la presencia de Rolan pueda ser decisiva en ese necesario ascenso a LaLiga se precisa, aparte de asumir el altísimo coste económico que supondrá, en cualquier caso, el importe de su ficha anual, procurarle un hábitat adecuado.
A primera vista todo indica que el escenario no será, ni de lejos, el diseñado hasta ahora por el jugador. El golpe anímico tuvo que ser brutal, porque ni la categoría en la que va a competir, ni la percepción económica (al parecer reducida) tiene nada que ver con su planteamiento de siempre. De ahí que vaya a ser fundamental la actuación de las personas que le faciliten su integración en un club, en el que lleva tres años, pero que desconoce por completo.
Por eso me ha ilusionado ver las sonrisas cómplices de Fernando Vázquez y Diego Rolan, en unas imágenes conjuntas, que estoy convencido contemplaremos en breve entre Presidente y futbolista. Sería la mejor carta para presentar a una incorporación que ha recibido numerosas críticas (no todas imputables a Rolan) pero son pocos los que se atreven a discutir la decisiva trascendencia del uruguayo en Segunda B.
Será una 2ª B mucho más peligrosa que nunca. Una especie de lotería futbolística que hace aconsejable reunir una plantilla lo más fuerte posible, porque nada tiene que ver el formato de esta liga con el que todos conocíamos, al recortarse mucho la duración de la competición y ser conculcados los derechos tradicionales de los campeones de grupo. .
Decíamos más arriba que no pasa nada por reconocer los fallos. Nadie es perfecto. Todos hemos cometido muchos errores pensando que todos los jugadores o sus representantes son iguales y los hemos tratado de la misma forma. No debe ser así.
Por la personalidad de cada uno de ellos parece necesario crearles “la casa” en la que se sientan cómodos, al igual que hacemos con nuestras mascotas a las que les construimos la caseta a su medida. Pues lo mismo debe ocurrir con jugadores que requieren un tratamiento personalizado si queremos conseguir que den todo lo que llevan dentro.
A veces cuestionamos el rendimiento y la actitud de futbolistas cuando es muy posible que nosotros seamos en parte responsables por no saberlos adaptar al hábitat que les corresponde vivir en ese momento bien sea por la edad, educación, costumbres... Me echo en cara a mi mismo, y en la misma proporción a los entrenadores respectivos, el no haber sabido diseñar de la forma más adecuada esa caseta para poder exprimir las condiciones reales de los Djalminha (para ser el mejor del mundo) o los Abreu, Kostadinov, Toro Acuña... maltratados por aficionados, en especial jóvenes que hablan de oídas, cuando se trataba de grandes figuras de la época que triunfaron a nivel mundial en sus selecciones y en otros equipos.
Por ese recuerdo, y por consideración y homenaje mío a ellos, pido que no se cometa el mismo error que entonces cometimos yo, mis entrenadores y los jugadores. Que a Diego Rolan se le construya entre mister y presidente esa “casa” que, a pesar de la 2ª B, le permita estar cómodo en A Coruña. Las amplias sonrisas de Vazquez y del jugador son un buen preludio de lo que podríamos disfrutar esta temporada del concurso del charrúa. Por eso se ríe el pillín de Fernando.