El camino inverso de LeBron
Lo que en primavera parecía una quimera, hoy es una realidad. Este miércoles comienzan las Finales de la NBA, la culminación de la burbuja de Disney World que ha logrado salvar la liga de baloncesto norteamericana. La pandemia no ha sido ningún freno para su desarrollo, que sí tropezó con las protestas contra el racismo, otro problema enquistado en la sociedad estadounidense. El campeonato superó los dos muros, con agonía, y ahora se dispone a proclamar campeón durante las próximas dos semanas, el 13 de octubre a lo más tardar. Los dos aspirantes tienen experiencia en estas lides, uno más que el otro. Los Angeles Lakers, que llevan diez años sin aparecer por aquí, buscan su 17º anillo, una cifra histórica que igualaría el récord de los Boston Celtics, su eterno rival. Enfrente tendrá al tricampeón Miami Heat, precisamente el equipo que ha impedido que se repitiera el gran clásico de la NBA.
Lakers y Heat nunca se han enfrentado por la corona, porque la deseada final Kobe-LeBron no se produjo jamás, pero el cruce tiene conexiones ilustres, centradas principalmente en tres nombres propios: Shaquille O’Neal, LeBron James y el padre de todas las batallas, Pat Riley. Después de ganar tres anillos consecutivos con los Lakers, Shaq se mudó a Miami de la mano de Riley, que le dirigió desde el banquillo en la conquista de su cuarto título en 2006. A su vez era el quinto del repeinado técnico, laureado en los 80 con el Showtime de los Lakers de Magic Johnson y Abdul-Jabbar. También fue Riley, ya como directivo, quien llevó a LeBron a los Heat, en una jugada maestra con el fichaje de Chris Bosch y la renovación de Dwyane Wade. Ahí llegaron los otros dos anillos. Ahora LeBron, que también se coronó con los Cleveland Cavaliers, hace el camino inverso que Shaquille a la caza de otro reinado, con una camiseta mítica y con Riley siempre revoloteando por allí.