Nadal es menos favorito
Rafa Nadal desembarcó ayer en las instalaciones de Roland Garros, su segunda casa, el Grand Slam donde se ha convertido en leyenda. Rafa se entrenó por primera vez en la Philippe Chatrier en algunas condiciones especiales que se puede encontrar durante el torneo: bajo techo, con focos… y con las nuevas bolas Wilson, que ya se han bautizado como ‘bolas anti-Nadal’, el nombre lo dice todo. No serán las únicas novedades de esta edición tan diferente, que se celebrará cuatro meses después de sus fechas originales, en otoño en lugar de primavera. Eso significa más frío, que a su vez se traduce en un bote más bajo de la pelota. Malo para Nadal, que eleva su drive a dos metros de altura sobre el revés de sus rivales. Una tortura. Rafa también sabe jugar más plano, ahí están sus cuatro títulos en el US Open, pero con ese estilo marca menos diferencias. Así lo explicaba esta semana Mats Wilander, tres veces campeón en la tierra batida de París, en una entrevista en AS, lo que le llevaba a concluir, junto a otros argumentos, que "este es el año en que Nadal es menos favorito".
Para colmo, el balear llega al torneo con poco rodaje, sólo tres partidos previos en Roma, y una derrota ante Diego Schwartzman en cuartos de final que, a buen seguro, habrá aumentado sus inseguridades. Nadal también conoció ayer su espinosa hoja de ruta para sumar su 13º título de Roland Garros, que a su vez sería su vigésimo Grand Slam, los mismos que tiene el rey Roger Federer. La historia está juego. El cuadro tampoco ha sonreído al manacorense, que afrontaría en las cuatro últimas rondas a Fabio Fognini, Alexander Zverev, Dominic Thiem o 'El Peque' Schwartzman y Novak Djokovic. El panorama no tiene tan buena pinta como otras veces, pero estamos hablando de Nadal. Un deportista mítico habituado a superarse, a regresar victorioso una y otra vez. Nadal siempre vuelve.