Óxido de pretemporada en Anoeta

El primer partido del Real Madrid en la Liga tuvo el aire del primero de la pretemporada: desigual, con algunos buenos momentos en la primera parte, un decreciente rendimiento en la segunda, el agotamiento casi general de los jugadores, un sistema de juego infrecuente y la aparición a última hora de dos jóvenes (Marvin y Arribas), apenas conocidos por el gran público, pero excelentes representantes del equipo juvenil que acaba de ganar la Youth League. Los problemas de la Real Sociedad, arrasada por las lesiones y el efecto COVID-19, fueron parecidos, un equipo que será diferente y probablemente mejor en las próximas jornadas, con el goteo correspondiente de los jóvenes de su productiva cantera.

Abonado al 4-3-3, Zidane eligió un dibujo diferente esta vez. Colocó a Modric y Kroos en el eje de la media, Rodrygo a la derecha, Vinicius a la izquierda y Odegaard por detrás de Benzema. Cualquiera podía pensar que era un 4-2-3-1 en toda regla, sin Casemiro como aspiradora en el medio campo. Un equipo bonito, que se dice. Y el Madrid jugó bonito en la primera parte: académico con la pelota, minucioso en los pases y claro dominador. Jugó cerca del área de la Real Sociedad hasta el descanso, pero no fue más lejos.

Los sistemas se dibujan y los jugadores atienden a su naturaleza. Encajar los dos aspectos no resulta sencillo. El 4-2-3-1 funcionó bien mientras el Madrid ocupó el campo rival y empujó a la Real Sociedad a encastillarse con las líneas muy juntas, cerca de Remiro, un portero que todavía está por cuajar. A veces da la impresión de sorprenderse de sus paradas. La Real no se desarmó nunca, concedió muy pocas ocasiones y rara vez pasó de la defensa al asedio. Por si acaso, Aritz Elustondo jugó un partidazo. Desbarató la mayoría de los ataques del Madrid y se ocupó de Benzema con tanta eficacia como limpieza.

Benzema y Mendy pelean por un balón que termina atajando Remiro durante el partido de Anoeta del pasado domingo.

El perfil de los jóvenes de Zidane está más relacionado con la delantera que con el medio campo. Si la Real era capaz de salir de su enroque y convertir el partido en un ida y vuelta, cosa que sucedió en los últimos minutos del primer tiempo y en toda la segunda parte, el Madrid quedaría expuesto a los problemas del 4-2-4. Es decir, un equipo largo, partido por el medio, con mucho espacio entre la defensa y la delantera.

Una espléndida intervención de Courtois en los últimos minutos del primer tiempo avisó de los problemas que vendrían, intensificados en el segundo tiempo por la escasa aportación de Rodrygo, que jugó con una tristeza impropia de su edad, y la incomodidad de Odegaard, que dejó algún buen detalle en su regreso a Donostia, pero se sintió encerrado en la jaula defensiva de su anterior equipo. Odegaard quiere campo para correr, conducir y pasar. Le gusta ver el panorama. En aquel mar de piernas, de espaldas a la portería en muchas ocasiones, Odegaard disfrutó poco.

Zidane interpretó la brecha que se abría en el medio campo del Real Madrid y ordenó el ingreso de Casemiro, siempre indispensable, y de Valverde. Polenta para un equipo que también se debilitaba en el aspecto físico. Sorprendió algo la aparición de Marvin, un extremo largo, muy veloz (un carrilero a la vista) que ocupó la posición de Rodrygo. Por la derecha había hecho muy poco el Madrid. Por la izquierda, Vinicius le generó muchos problemas a Gorosabel, un duelo donde el brasileño suele sacar ventaja. La obtuvo en el primer tiempo. En el segundo estaba tan agotado como los demás. Suele ocurrir en los primeros partidos de temporada, aunque oficialmente fue el debut del Madrid en la Liga 2020-21.