Messi: la leña arde
Este año está saliendo tan raro que Messi se ha convertido, de repente, en el perro grande del meme. ¿Qué ha sucedido en el camino para que el hombre que susurraba a los micrófonos aparezca ahora como un voceras de burofax? Algo importante se nos escapa y sin embargo sigo pensando que su gesto es desproporcionado e injusto. Un guantazo preñado de tristeza. Dejar a tu equipo en la estacada cuando más te necesita exige razones abundantes y gruesas pero incluso así, quedarían enterradas en este arrebato coplero. Bartomeu y sus magos del sainete merecen mil desdoros, pero no la gente del Barcelona. No los que ya adoraban al niño que comía Calippos a la salida del entrenamiento. Tampoco es justo para el propio Messi. Para él siempre imaginamos una despedida a la altura de su leyenda.
Messi dice que se va y deja preguntas pesadas en el aire. Esa alfombra mágica en la que vimos gobernar el fútbol durante los últimos diez años alza el vuelo y entre tirabuzones deja tras de sí un reguero de porquería. Como bolsas de basura en un día de viento flotan las Champions perdidas, un futuro incierto sin él en el centro del proyecto económico y además una despedida amarga. También otras cuestiones más livianas. ¿Habrá cerrado Messi el famoso burofax al Barcelona con un airado "que la chupen, que la sigan chupando"? Resulta tan improbable como ver a Dembélé enlazar cuatro partidos decentes, pero reconozco que he fantaseado con ello en los últimos días.
Además del análisis serio, que le dejo a otros, resulta fascinante la progresiva maradonización de Messi. Poco a poco, la Pulga fue añadiendo a esa zurda inimitable los problemas con la justicia, los batacazos deportivos y ahora, las enganchadas en su propia casa. Los que siempre le tachamos de pecho frío por comparación con el trágico Maradona, estamos de enhorabuena. Esta versión despechada del rosarino, este numerito final, me hipnotiza como una canción de Pimpinela. En esta época de contención el futbolista más profiláctico del planeta se ha soltado la melena. El perro chico saca músculo y, de repente, todo cobra sentido y me resulta mucho más interesante. Y falta por saber a qué equipo se larga. El fuego está encendido, la leña arde.