Groucho y el Barça

Como pasa en todas las grandes catástrofes de la humanidad, dentro de un tiempo alguien me preguntará ¿dónde estabas tú cuando los abogados de Leo Messi le enviaron un burofax al Barça diciendo que el argentino se iba del Barça? Pues bien, esta es mi reveladora historia. Juro que es cierta. Como por culpa de la pandemia, del aplazamiento de LaLiga, de la Champions, del 2-8 y del nombramiento de Koeman tras la destitución de Setién y la patada a Suárez no había podido hace aún ni un día de vacaciones, el día de autos estaba librando tras 18 días seguidos de trabajo. Y aprovechando el día libre, mi amigo Toni me llamó para preguntarme si podía quedarme durante un día y medio a Groucho. Un labrador de cinco años 33 kilos de peso, más bueno que el pan y que parece una bombona de butano con patas que durante este período de tiempo iba a convivir con Groot, el ‘dog resident’ de mi casa. Su casa, mejor dicho. Quién dijo miedo, total, era mi día libre.

Así que mientras Groot y Groucho destrozaban el piso como era previsible persiguiéndose por el pasillo, llegó la noticia del burofax, que enseguida confirmó el Barcelona. La bola de nieve ya no tenía marcha atrás. Iba en bajada a 200 kilómetros por hora y acumulaba toneladas a medida que descendía por la montaña provocando un alud que indefectiblemente iba a llevarse por delante la leyenda del mejor jugador que ha vestido esta camiseta, al peor presidente de la historia del club y toda una era firmando un final asqueroso que de ninguna manera debería solventarse en los tribunales.

Y mientras Groucho y Groot convertían el domicilio en el escenario de la última batalla de El Señor de los Anillos, miré al perro de mi amigo y le dije muy seriamente después de colgar el teléfono a un directivo del club que iba más perdido que yo: “La parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte”. Y Groucho, el de cuatro patas, me miró con cara de pena mientras pedía, como Messi “dos huevos duros”. Mientras tanto, en las oficinas del club ya se agolpaban los aficionados manifestándose en contra de la decisión irrevocable como si fuera la calle Arístides Maillol el camarote de los Hermanos Marx, sin ningún genero de duda, los autores del guión de este club.