La estatua de Kubala y las cosas rotas

Suárez proviene de una cultura del fútbol que tiene dentro la filosofía de Onetti: los personajes son duros, pero hablan bajito. De sus declaraciones no sobra nada, hasta la última línea, que trata de Kubala. Nos criamos despidiéndonos de Kubala, del otro Suárez, de Pep, de Figo... Como decía Neruda, hemos aprendido a amar y despedirnos.

Rezamos para no despedirnos de Messi, pero gente empuja para que esto se produzca, y no es Messi el que más fuerza hace. Cuando Figo la directiva de Gaspar hizo más de la cuenta para el triste desenlace. En las declaraciones de este Suárez hay indicaciones de que el trabajo de la presente directiva está haciendo méritos para imitar aquella histeria que puso al portugués bajo la obediencia del Bernabéu.

El amigo de Messi se ve empujado, al tiempo que el astro argentino desgrana su malhumor. Enfadar a Messi es una manera de derribar la estatua de Kubala. Suárez no quiere esa estatua, claro, pero sabe que al responderle a Irigoyen sobre esa metáfora está poniendo el dedo en una llaga que va más allá de la historia. Tras Kubala, Messi es lo mejor que le ha pasado al Barça; ponerlo en peligro es como romper la estatua moral que significa. Neruda tiene una oda a las cosas rotas. Esos versos son los que ahora declina el mundo azulgrana.