Que nadie toque a Lukaku
El momento clave de esta inolvidable final llegó en el minuto 65. Lukaku, con una de sus imparables carreras, se fue solo ante Bono y le golpeó con su disparo. Habría sido el tanto número 35 de su maravillosa temporada de estreno, superando así la cifra alcanzada por Ronaldo en su primer curso milanés. En aquel momento, un amigo que sabe mucho de fútbol me dijo que el partido, para el Inter, se había terminado. Que la Copa hubiese vuelto a Sevilla una vez más. Fue así. El belga, poco después, desvió en propia puerta la chilena de Diego Carlos y acabó con el sueño de los nerazzurri, que siguen sin títulos desde 2011. Sería, sin embargo, tan cruel cuan injusto echarle la culpa de esta decepción. Si los de Conte han llegado a rozar la Copa, fue gracias a su increíble talento. Que nadie lo toque.