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Derrotas, hinchas, fans y un amigo

En las dos últimas semanas, los cuatro equipos que históricamente se disputan el honor de ser el segundo más grande de La Liga (después del Athletic Club) han caído con mayor o menor estrépito en Europa. En sus gradas (virtuales) se ha producido un cisma. Han sido Trending Topic para lo malo. Proliferan los memes. Sus Community Managers se echan las manos a la cabeza al grito de "¡perdemos seguidores!".

Yo creo, sin embargo, que las derrotas son los cimientos de la identidad futbolera, que la grada murmura más que celebra, que el fútbol es una metáfora de la vida, porque en la vida se pierde mucho más de lo que se gana y, aún así, merece la pena. Por eso Nick Hornby, a quien habría que citarlo como los evangelios, en versículos, escribió: "El estado natural del hincha es de una amarga desilusión, al margen del resultado".

Pero para entender esto, hay que distinguir a los hinchas de los fans. En la victoria ambos grupos parecen uno, son difíciles de diferenciar. Pero en la derrota son como la noche y el día. La vinculación del fan se reduce a los buenos tiempos. Cuando el capitán alza la deseada copa, el fan está ahí para hacerse un selfie, sumarse con un hashtag. Pero cuando vienen mal dadas, espanta. Él no ha venido a sufrir. Buscará otros lugares donde ver buen fútbol, fútbol espectáculo.

Seguidores del Barça, desolados por la derrota.
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Seguidores del Barça, desolados por la derrota.

Al hincha, por el contrario, la derrota le reafirma en su identidad. Claro que disfruta con las victorias, pero cuando su equipo pierde, él siente que pierde más. Cuando cae en la final o, peor aún, desciende de categoría, le duele de verdad. Y ese dolor afianza la pasión por sus colores. Creo que los fans son reemplazables, pero los hinchas no. Como los buenos amigos, los hinchas están ahí siempre, también —o mejor dicho, sobre todo— en la derrota.

Algunos de quienes compartimos este espacio queremos mucho a una persona que está pasando un muy mal momento. Hago de portavoz de sus amigos para decirle que debe saber que nunca, jamás, caminará solo; que nos tendrá ahí siempre, porque, como hinchas suyos que somos (nos ha ganado partido a partido), nos gusta acompañarle en las victorias, pero jamás desapareceremos en las (temporales) derrotas.