Me acuerdo
Me acuerdo de cuando Arthur llegó al Barça con la etiqueta del nuevo Xavi, y que poco después ficharon también a Arturo Vidal, en el verano del 2018. Arthur o Arturo, el trabalenguas empezaba a formarse en la cabeza de Ernesto Valverde. Me acuerdo de que poco después Leo Messi habló en Catalunya Ràdio y, preguntado sobre Arthur, dijo que le recordaba a Xavi "por querer siempre la pelota, jugar cortito, no perderla". Y me acuerdo de que habló también de Arturo Vidal: "El aficionado del Barça quiere jugadores de buen pie", dijo, "nosotros estamos acostumbrados a defendernos con la pelota e intentar tener la mayor posesión, pero jugadores como él es importante tenerlos".
Me acuerdo de que Iniesta acababa de irse al fútbol japonés y los aficionados aun creíamos, con Messi, que seguiríamos jugando de la misma forma: Arthur era a la vez una apuesta nostálgica y de futuro. Me acuerdo de que, siempre que salía de titular, era el jugador con más toques del partido, pero Valverde prefería a otros en el centro del campo y fue sustituyendo la confianza en un estilo por "la necesidad de competir". Me acuerdo de que Arthur hizo más de un partido memorable, pero su presencia se fue diluyendo entre suplencias y lesiones.
¿Cuándo empezó a sonar que Arthur era transferible? No me acuerdo, pero sí me acuerdo de que él no quería irse, y de que al principio Setién contaba con él. Me acuerdo de que de repente un día, tras el parón por la pandemia, Arthur parecía el culpable de todo y había quien le achacaba falta de compromiso, y de que le traspasaron por mucho dinero, algo que convenía a Bartomeu para cuadrar las cuentas de la temporada. Me acuerdo de que entonces, durante en un partido que no iba a jugar, las cámaras le pillaron bostezando (yo también bostezaba) y esa imagen sirvió para criticarle más, sin dar contexto a su situación. Me pregunto, ahora, si dentro de unos meses nos acordaremos de Arthur y expiaremos el error de dejarle marchar —en realidad de echarle— viendo como dirige el juego del Juventus.