Sueño y melancolía del fútbol sonámbulo
En este sueño pesado que es la actualidad del Barça se ha producido una sensación de sonambulismo, como si el equipo hubiera dejado de existir, poseído por esa melancolía que Guardiola quiso despejar, para que volvieran los sueños de Cruyff, que a la vez atrajo como pudo las ambiciones de Kubala. Entre esos estados de latencia que ahora vive el club que dirige Messi desde dentro y desde fuera a veces hay resplandores, como esa serpiente de feria (que vuelve Neymar) y que con la misma luminaria de las ilusiones se desvanece dentro de los cuentos de hadas que Bartomeu ya no sabe administrar.
Esta sensación de funambulismo recorre el espinazo del Barça con más motivo, porque no ha ganado nada y, principalmente, porque ni siquiera tiene segura la continuidad de su realidad mayor, la presencia de Messi, que aparece con pena de alma. El sonambulismo proviene de la incertidumbre del humor (o el malhumor) del argentino, pero también de esa historia de principitos (Dembélé, Griezmann) que hacen creer que los niños vienen de París y están y no están como en los cuentos de hadas. Este vaivén que este año ha padecido Setién, sufridor en el banquillo y hasta en la zona de aguas de la última fase de LaLiga, es propio de la melancolía barcelonista, parte de su historia y también expresión avivada y triste de sus culpas. Ojalá despierte.