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Todas las cosas, desde las más importantes a las menos, viven bajo el peligro de romperse en dos. Quizá nada sea tan resistente que, en un minuto crítico, no se separe para siempre y adiós. En este vaticinio se incluye casi todo: una relación sentimental, una taza de desayuno, una amistad, un papel, un país, una familia, un barco, un equipo técnico. La separación a final de temporada de la pareja que forman Simeone y Mono Burgos, después de tantos años juntos, solo se añade a otras rupturas anteriores. El fútbol es una sucesión de comienzos y finales. A veces el final llega pronto y a veces se demora. Pero llega.

Me temo que en la cabeza de los segundos entrenadores es imposible que no germine el deseo de asaltar el puesto de los primeros. Unos días ocurre porque estos se van, despedidos, o con destino a otro equipo, y ocupan su lugar, y otros porque se van los segundos, en busca de la oportunidad largamente deseada de ser jefes. Digamos que nadie llega a casa de la escuela, suelta la mochila y dice a sus padres: "Cuando sea mayor quiero ser segundo entrenador". Lo eres porque no hay más remedio. Es un puesto de paso. Para todo hay trámites. Hasta para lavar una taza.

Homenaje al Mono Burgos.
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Homenaje al Mono Burgos.JAVIER GANDULDIARIO AS

Antes o después se despliega el momento en que te dices "se acabó". Puede llegar de repente, a las 11:36 a.m. de un martes, pongamos, o después de varios años enviándote avisos semanales de que habría que irse y empezar de cero. Las historias de segundos entrenadores no existen; todas son historias de primeros entrenadores que, en algunos casos, no llegan a serlo nunca. Pero en su cabeza vive solo ese sueño, en el que se desembarazan de su socio y se convierten en El Técnico. Desconozco cómo rompen su relación el segundo entrenador y el primero. Ojalá fuese tan fácil como que uno dice "quiero dejarlo" y el otro responde "ah, vale", sin necesidad de dar ni oír explicaciones. Porque sí, simplemente. Esa es la síntesis, de hecho, de por qué los segundos entrenadores se separan de los primeros. Porque sí. No hay que precisar más.