Casemiro, un capitán en la sombra
A sus 28 años, Casemiro ya está matriculado con nota alta en la Universidad del Real Madrid. Desde el primer día que llegó procedente del Sao Paulo, con cara de crío y asumiendo que tenía que ganarse un sitio empezando en el Castilla, supo entender la particular filosofía de este club y esa exigencia ganadora que conlleva el ADN del Madrid la asumió con gusto y con responsabilidad. Casemiro es brasileño, pero podría haber nacido perfectamente enfrente de Valdebebas. Nunca le ha pesado la camiseta blanca, más bien al contrario. Cuando viajó a Lisboa sabiendo que sólo era un compañero de expedición pero que no tenía ninguna opción de jugar, se pasó toda su estancia allí disfrutando de la magia de este club y celebrando la Décima y el gol de Ramos como si ya fuese un titular fijo en el equipo.
Por eso aceptó con gusto irse cedido al Oporto de Lopetegui, convencido de que sacaría una nota sobresaliente y se ganaría con creces su regreso al equipo de su vida. Nadie le regaló nada. De hecho, le costó lo suyo entrar en los planes de Zidane, pero él nunca puso mala cara y se entrenó como uno más. Tras perder un derbi en el Santiago Bernabéu, Zizou cambió el chip y apostó por él. Con él se han ganado tres Champions seguidas y, lo más importante, se ha ganado el respeto del vestuario. En el fondo, Casemiro es un capitán más.