Militao se gradúa con nota en San Mamés
Militao ganó el crédito que necesitaba después de las dudas que ha dejado durante la temporada, en buena parte por sus escasas apariciones como titular.
El fútbol sin público no impide ver buenos partidos, y el de San Mamés lo fue, pero el duelo Athletic-Real Madrid generó la clase de electricidad que requiere la atmósfera de la emoción en un estadio lleno hasta la bandera. En el mediodía, bajo el sol y el bochorno húmedo del norte, después de siete jornadas exprés, el Madrid arrancó lo que parece el trozo definitivo de la Liga. Sergio Ramos volvió a transformar el gol de la victoria, de penalti, donde se ha vuelto infalible. La jugada, y otra discutida en el área de madridista, orilló las numerosas virtudes del encuentro en favor del pelmazo jaleo que provoca el VAR y sus consecuencias.
El Madrid ganó por corta cabeza, señal de la clase de partido que se vio en San Mamés. Tiró de esfuerzo, disciplina y cohesión para derrotar al Athletic, que se pareció a su muy mejorada versión después del confinamiento. Aunque apenas exigió a Courtois -tampoco Unai Simón fue acribillado-, el Athletic opuso una resistencia notable al líder y siempre transmitió una sensación amenazadora. La impecable actuación de los centrales, coronada con el brillante ejercicio de Militao, desbarató las rápidas llegadas del Athletic al área.
Militao ganó el crédito que necesitaba después de las dudas que ha dejado durante la temporada, en buena parte por sus escasas apariciones como titular. En algunas ocasiones ha parecido tenso, superado por la responsabilidad, como si la camiseta del Madrid le quedara un poco grande. No fue un fichaje cualquiera. Por elevada que sea la inflación del mercado, 50 millones de euros no son una ganga por un central.
Otro de sus problemas ha sido de orden comparativo. Varane y Sergio Ramos han funcionado como un reloj en las últimas semanas, un combo insuperable en la recta final del campeonato. La ausencia del central francés colocó a Militao en el ojo crítico. En San Mamés se anticipaba un test perfecto para medir su jerarquía. Lo superó con nota.
Esta vez no dejó dudas sobre su estabilidad en los partidos. No cometió errores y condenó a Iñaki Williams a una tarde de frustración. Con Raúl García, el Athletic dispone de un cirujano del remate. En Williams busca la máxima velocidad en el máximo número posible de ocasiones. Es un ejercicio de gran desgaste para el delantero y para sus marcadores. Cualquier distracción, cualquier error, permitirá la escapada del delantero del Athletic. Militao detuvo todas, excepto la arrancada que Williams solucionó con un violento tiro que salió sobre el larguero.
La respuesta de Militao fue especialmente notable porque en varias ocasiones llegó desde el otro lado para clausurar las carreras de Williams. En unos casos anticipó con maestría, en otros aguantó la velocidad del delantero y siempre dio la impresión de autoridad, de potencia en la fricción, de atención al detalle. Cuando Williams abandonó el campo, su agotamiento era tan evidente como su frustración. Sabía que había perdido con claridad el combate con Militao.
La excelente respuesta del central brasileño señaló el poderío de la plantilla, de una profundidad inagotable. En San Mamés no jugaron Hazard y Bale. Vinicius se quedó en el banco y Lucas Vázquez, también. El Madrid comenzó con Asensio y Rodrygo. Cuando el fragor del encuentro comenzó a pasar factura, ingresaron Vinicius, Lucas Vázquez y Kroos, campeón del mundo, nada menos. El Madrid parecía el Enterprise cargando munición. De hecho, Zidane se reservó una salva simbólica para el último minuto. Apareció Jovic, jugador que costó 60 millones de euros y del que nadie se acordaba.