Himno provisional a la alegría

Hacía falta esta fiesta mediterránea para que el Barça desorientado se reencontrara de una vez en Villarreal. Combinó como hacía tiempo que no lo hacía, buscó cada uno la pareja ideal para desarrollar la materia primordial del fútbol, la calidad en la combinación, y rescataron el sabor que alguna vez, en el pasado, tuvo el equipo que lidera Messi. Éste se encontró con una orquesta bien dispuesta. Griezmann abandonó el refunfuño, Luis Suárez expresó su versión más audaz, Busquets fue otra vez un orfebre de alta calidad, y hasta en ese momento que se ha vuelto difícil, el de los refrescos, hubo un clima que parecía el de un colegio que acaba de recibir el aprobado general por aprovechamiento.

El Villarreal opuso al principio una resistencia lógica, preocupante para un equipo que venía del malhumor; pero con Messi en el campo, y sonriendo, era posible esperar una música nueva, que fue este himno provisional de la alegría. De todos estos acontecimientos nuevos, una nota invariable para Ter Stegen, sin el cual esta música no sonaría. Debe decirse que sin Asenjo en el otro lado hoy estaríamos hablando de lo de siempre, pero esta vez el ánimo quedó en alto. Un alivio para un fin de temporada que parecía hecho para poner la pasión en un armario.