El Barça se desangra con clase

El Barça va desangrándose punto a punto en la competición que ha dominado con mano de hierro en la última década. Como los boxeadores de tronío, se resiste a caer. Pero da la sensación de que ya no puede más. En Balaídos, como en Anoeta, como en Cornellà, tampoco fue capaz de aguantar un 1-2. En esos campos donde durante años ha ido sembrando títulos, grano a grano, ahora las fuerzas no le dan para más.

Balaídos y el Celta, por su manera de jugar, eran propicios para una victoria relativamente cómoda, pero el Barça fracasó. Messi se ha parado en la puerta del gol 700 y, sin ese gol salvador, el Barça no ha podido ganar en Sevilla ni en Vigo y casi no lo hace el Athletic. Suárez, que sí los marcó, es un ejemplo de cómo se desangra el Barça. Con honor, con pundonor. El 1-2 del uruguayo le define como un goleador inolvidable que ya está a punto de atrapar a Kubala y subir al podio de los mejores goleadores de la historia del club en sólo seis temporadas. Su amor propio elevó al Barça y contrastó con esa desgana con la que Griezmann saltó en la barrera para dejar el hueco perfecto para el gol de Aspas.

El Barça, como tantas veces de un tiempo a esta parte, no estuvo ni bien ni mal ni todo lo contrario. Mientras le dejaron jugar relativamente sencillo tuvo el partido en la mano (bien Ansu y Riqui) y cuando le apuraron sufrió. Su final del partido, como en Sevilla, fue caótico, y los cambios, a excepción de Júnior, no aportaron nada. Algunos, como Griezmann y Braithwaite, hasta quitaron. Así que lo pudo ganar, lo pudo perder, y ese es el Barça de estos días. Un equipo que ya no es hegemónico pero al que le queda el orgullo de no querer regalar el trono. Desangrarse con clase.