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Del equipo más importante del mundo

El fútbol es la vida, gloria y dolor; a veces se empieza llorando, como en el corrido, “y así llorando se acaba”, pero la gloria es también asumir el dolor, disponerlo como un abrazo. En lo que sucede rabiosamente humano importa saber contarlo para que el ejemplo ajeno ayude a superar el trance que otro sufre. Juan Carlos Unzúe ha sido una gloria en las porterías, como titular y como suplente, en grandes equipos y en equipos modestos; vivió el suplicio de ser el segundo de Zubizarreta, y también fue segundo en los entrenamientos dirigidos por Rijkaard, Guardiola y Luis Enrique. Puso a punto porteros extraordinarios que fueron sus discípulos. Todas esas tareas lo dieron a conocer como un ser humano respetuoso con los suyos, amistoso con los adversarios. Ahora tiene un adversario enrevesado, de cuya existencia supimos ayer. El modo con que afrontó la noticia es la expresión sencilla de su manera de ser. Ya forma parte de un equipo extraordinario de gente que no se rinde. La gente que, como su colega del fútbol Carlitos Matallanas, sufre el ELA, un mal de pocas letras que hay que deletrear con un corazón tan generoso y fuerte como el suyo.