El futbolista mimoso y duplicado
Claro que sería bueno que Neymar viniera al Barça. Al Barça o al fútbol español. El Barça no maravilla sin Neymar, igual que no maravilla el Madrid sin Cristiano. Cómo no va a haber inconvenientes para el regreso del brasileño, igual que habría imponderables en el muy hipotético regreso del madeirense.
El más mimado de los futbolistas (¡más que Messi!) que han vestido de azulgrana fue como Bette Davis o Greta Garbo para el cine. En este tiempo en que muchos burlan el confinamiento para vivir fuera de las leyes, Neymar sería entre nosotros el rey de las desescaladas. Nunca aceptó más obligaciones que las de calzarse las botas (y aún así, de manera estrafalaria). Le dio tantos dolores de cabeza al Barça como se las da ahora al club del que se quiere despedir, a la francesa o haciendo ruido, y si viene aquí los volverá a dar. Entonces, ¿por qué es bueno que venga? Porque sería un acicate para el graderío no sólo por esas excentricidades de las que tanto vive el fútbol, y porque es un futbolista bravo y excepcional de los que no hay tantos sobre el césped ahora tan insólitamente vacío.
¿Vendrá? Dice Rosell, que lo conoce, que habría que hacerle dos contratos, uno para que juegue y otro para que se comporte. Ahora que lo dice, un contrato duplicado como ese habría que hacérselo a tantos…