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Suena con fuerza en las últimas fechas el nombre de Eduardo Camavinga como futurible para el Real Madrid. El centrocampista francés, de origen angoleño, está siendo, a sus 17 años, una de las sensaciones de la Ligue1 y todo parece indicar que sus horas en el Stade Rennais están contadas debido a su juventud y a las extraordinarias cualidades que está mostrando.

Que nadie piense en Camavinga como posible sustituto o para doblar la posición de Casemiro, algo que pienso se antoja necesario de cara a un futuro próximo para el equipo. El joven francés es más un volante que un mediocentro posicional. Sus virtudes son el dinamismo, la movilidad y la facilidad para romper líneas de presión con la conducción de balón, faceta en la que se muestra muy hábil y donde no le quema la responsabilidad para asumir riesgos en zonas calientes. Es capaz de abarcar mucho campo y de pisar con asiduidad el área rival, incluso de llegar al gol.

También posee un gran desplazamiento en largo con su pie izquierdo, un arte en desuso en el fútbol de hoy en día. Pero que nadie espere un especialista defensivo. Todavía no tiene el rigor y la comprensión táctica de una posición tan importante para los equipos, mucho más en uno como el Real Madrid, que juega con muchos futbolistas por delante de la pelota y que necesita un gran aporte de equilibrio por parte del mediocentro, que debe detectar dónde es necesaria su ayuda a modo de coberturas, en la defensa del centro lateral y en ese tipo de labores menos visibles. Además, insisto, colocarle en esa posición, que quizá pueda llegar a dominar más adelante, sería cortar las alas a un futbolista que necesita de ellas para desplegar sus virtudes.

Entiendo que si la oportunidad en cuanto a la relación edad-calidad-precio es buena, hay que aprovecharla, pero que nadie espere un posible recambio de Casemiro cuando el brasileño necesite descanso o haya lesiones porque, a día de hoy, Camavinga no es ese perfil de futbolista.