Las cosas que nadie rompe
La historia del Barça se parece a esta época precaria. De pronto se han roto las certezas hasta que el equipo y el club se fundieron en un abrazo de común mediocridad. El resultado vino a coincidir con el estado actual del mundo. No, no es grandioso, lo que ocurre, es miserable, pero en la historia será tratado con la grandilocuencia con que los antiguos relatan los mitos que destruyeron la humanidad. Eso tiene de grandioso. Pero lo del Barça es penoso, como un disparo de hielo en las aventuras exitosas del equipo y del club. No sólo ha tenido el Barça que recurrir a los fondos, para descubrir que no los tiene, como si sus bravatas fueran de barra de bar y en realidad estuviera presumiendo de lo que carecía, sino que, además, lo ha hecho sin conseguir de sus futbolistas el consenso adecuado para llevar a cabo el ERTE que ahora hace a la directiva deber moralmente aún más a Messi…
No tenía que haber venido este desastre para poner en evidencia ese muy desaseado historial de desavenencias. Esa relación estaba rota al menos desde que el presidente se desentendió incluso de las circunstancia judiciales de Messi. Lo que pasó sucesivamente se parece a un verso triste de Pablo Neruda, que concluye diciendo "las cosas que nadie rompe, pero se rompieron". Las cosas están rotas, ahora sólo las puede remendar el fútbol, y eso ya sólo lo puede recomponer Messi…