Jugar a puerta cerrada

Nada es nuevo, todo se repite. Hace poco más de un siglo, el 8 de marzo de 1918, el escritor Josep Pla abría su dietario El cuaderno gris con estas palabras: "Como hay tanta gripe, han tenido que clausurar la universidad. Desde entonces, mi hermano y yo vivimos en casa, en Palafrugell, con la familia. Somos dos estudiantes ociosos. A mi hermano, que es un gran aficionado a jugar al fútbol —a pesar de haberse roto ya un brazo y una pierna— lo veo solamente a las horas de comer". Por suerte, supongo, a Pla no le gustaba tanto el fútbol y así tenemos este monumento literario. Pero me imagino a su hermano Pere, aburrido y disgustado unos meses después, en octubre, cuando las autoridades decidieron suspender los partidos de liga por culpa de la epidemia de "grippe". La medida fue aceptada pero criticada, tal como se leía en El Mundo Deportivo de la época, ya que era "un absurdo que se cerrasen los campos de fútbol y permaneciesen abiertos teatros, cines y plazas de toros".

¿Nada es nuevo realmente? ¿Todo se repite? De momento, estos días se ha confirmado que varios partidos se jugarán a puerta cerrada y con ello se han creado otros escenarios. Hoy en día todo es más seguro, pero quizá estamos ante un avance de lo que será el fútbol en el siglo XXII. Algo virtual, distópico, que viviremos en soledad, encerrados en casa, mientras los jugadores corren en un campo vacío… ¿Se eliminaran las gradas para ofrecer mejor situación a los cientos de cámaras? ¿Se utilizarán los cánticos y abucheos enlatados, como en las series?

Un candando en el estadio del Cagliari.

Unas gradas vacías son una imagen triste, y el eco de los jugadores celebrando un gol tiene un aire melancólico, como de fin de fiesta. La perspectiva de ver el Barça-Nápoles de Champions en estas condiciones no es la más gratificante, se perderá el factor del público… Aunque viendo como últimamente la afición está de uñas con algunos jugadores y sobre todo con los directivos, igual ese silencio social puede ser beneficioso para el juego del Barça. Menos presión escénica.