El Madrid no engaña
Pasado el Clásico, una ensoñación en el camino, el Madrid volvió a las andadas en una noche aciaga. Su pobreza futbolística a nivel asociativo se ha convertido en una costumbre tan dañina que le lleva a la caricatura. Otro partido más se vio a un equipo impotente en la creación, mal concebido y sólo con cierto sentido cuando se maneja en las transiciones. Zidane aspiró a dar amplitud por fuera con Lucas y Vinicius para desafiar a los laterales del Betis y remendar la poca profundidad que aporta Militao en la derecha. La pauta nunca funcionó, incapaz el Madrid de progresar con continuidad y sostenerse después en campo rival. Cuando no puede articular acciones tras robo —zona media de recuperación a 34,2 metros de su portería—, se queda en nada. Ni el alivio del empate momentáneo trajo el sosiego requerido en un encuentro en el que Zidane volvió a desarmar la medular con el cambio de Mariano por Kroos para intentar atacar a la tremenda. Este método, tan antiguo como predecible, no salió a su socorro.
El rol de Benzema
El Madrid sólo esquivó la presión del Betis a través de los apoyos de Benzema, muy desacertado en el pase (11 fallados). La jugada del penalti, en la imagen, nació de su movimiento en un pase largo de Ramos. El gol de Tello vino de una entrega fallida del galo.