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Del milagro a la necesaria estabilidad

Antes del partido ante el Atlético, publicábamos en este diario un dato revelador: el Espanyol ha tenido desde 2011 nueve entrenadores. Una media de uno por año. El mismo número de técnicos ha quemado el Celta, que también pelea por no bajar. Hay una relación directa entre la inestabilidad que proporciona tantos vaivenes en los banquillos con la caída de los equipos. El Getafe con Bordalás o el Eibar con Mendilibar son un claro ejemplo, aunque todos ellos tienen fecha de caducidad porque no hay éxito que dure eternamente.

Lo más cercano a un proyecto estable lo tuvo el Espanyol con Pochettino. Aguirre fue un apagafuegos que no echó raíces, Sergio acabó desquiciando a la afición en su segundo año, mientras que Galca, Machín o Gallego fueron opciones equivocadas por los resultados que consiguieron. Quique fue víctima de sí mismo y del fracaso primer proyecto de Chen, que prometía la Champions. En el mismo saco se puede poner a Rubi, quien prefirió además la mejor oferta económica del Betis a tener que lidiar con un proyecto europeo sin inversión en verano. Y ahora llega Abelardo, que debe realizar un milagro. En Primera o en Segunda, con la salvación o sin ella, el Espanyol necesita más estabilidad en sus banquillos. Escoger al idóneo y creer en él. Lo dicta la experiencia.