La ilusión olímpica y la palabra maldita
El hockey es el deporte de equipo que más medallas olímpicas ha aportado a España con el mismo número que el baloncesto, cinco, aunque con un oro, el conquistado por las pioneras de Barcelona 1992, que en la canasta todavía no reluce. La cosecha del hockey se ha recolectado durante varias décadas, desde el primer podio en los lejanos Juegos de Roma 1960 hasta Pekín 2008, a veces repitiendo apellidos en diferentes generaciones: padres, hijos, hermanos… Las Selecciones actuales están en disposición de continuar esa tradición, casi familiar, en Tokio 2020. Ambas disfrutan ya del pasaporte en la mano y exhiben precedentes esperanzadores. La femenina enlaza dos podios consecutivos, sendos bronces mundial y europeo, y la masculina fue subcampeona continental en el pasado curso. A su contrastada competitividad añaden el plus de ilusión que otorga el reto olímpico. “Cada mañana, cuando me levanto, me digo: este es el año”, nos comentó Miki Delàs, el capitán español, durante el quinto Desayuno Olímpico de AS. La capitana, María López,asentía en la misma mesa.
Miki y María, igual que sus compañeros de Selección, sólo viven con la mirada en Tokio, con frecuentes concentraciones y partidos internacionales. Es una mirada con brillo. Santiago Deó, el presidente de la Federación, sabe que no van a fallar: “Podrán volver con medalla o sin ella, pero seguro que lo darán todo, veo cómo trabajan”. El Desayuno giró en torno a esta ilusión hasta que surgió la palabra maldita: coronavirus. Entonces, el brillo de la mirada se apagó. “Nos quita el sueño que nos quedemos sin Juegos”, apuntó la capitana. La epidemia está generando muchas dudas sobre el futuro olímpico, que se han acentuado en los últimos días. Una preocupación que ha llegado también a los deportistas, más por una posible cancelación que por el riesgo de un contagio.