Cara de Kaká

Hazard siempre parece estar a punto de hacer algo. Pero a veces no sabemos exactamente el qué. Diría que ni él mismo. Es como un artificio pirotécnico que no acaba de explotar en el cielo. Todos sabemos que es bueno. Muy bueno. Buenísimo. Porque eso nadie lo pone en duda. No se puede ser un negacionista de Hazard. Pero vive instalado en una pretemporada, donde todo es posible y nadie te exige, como ese verano eterno al terminar selectividad. "Dejadle, es un genio. Ya aparecerá". Sin embargo, estamos ya casi en marzo y apenas hemos visto nada del belga. Muchos hablan de su sociedad con Benzema. A lo mejor montaron una inmobiliaria porque, de momento, sobre el verde, no se ha visto demasiado esa conexión telepática que muchos mencionan. Que si vino fuera de forma porque estaba de veraneo y, claro, las vacaciones son sagradas. Que si una lesión muscular. Que si una recaída. Conclusión: un solo gol en toda la temporada. Cifras sospechosas. Sobre todo si las ponemos en conjunto con los números de otras supuestas estrellas atacantes del equipo, como Bale (2) o James (1). No conviene caer en alarmismos, pero empiezan a ser razonables ciertas dudas.

Por 100 millones y con 29 años, uno compra certezas, no apuestas. Y la sensación es que apenas se han podido ver un par de fogonazos de ese jugador de seda, cortando entre líneas como un láser y duro al contacto como un diamante, que el equipo necesitaba cerca del área para marcar diferencias.

Eden Hazard, ayer durante el Levante-Real Madrid.

Modric también tardó lo suyo en aparecer y acabar imponiendo su colosal talento en su primera temporada de blanco, hasta que un zapatazo suyo en Old Trafford, cuando peor pintaba todo, hizo acallar el ruido de sables. Se echó el equipo a la espalda y se atrevió con esa impertinencia que solo te da la clase cuando a los demás les empezaba a quemar la pelota. Ahora que vienen City y Barça, se espera con ansiedad ese zapatazo de Hazard, ese gesto que haga creer a la afición y al equipo, ese punto de inflexión de jugador diferencial, ese gesto de aristócrata de Champions. Si las lesiones se lo permiten, claro. Porque a su temporada se le está empezando a poner una preocupante cara de Kaká.