LA OPINIÓN

El poder de un equipo campeón

El Real Madrid ha desechado hoy al Valencia Basket para sellar su pase a la gran final de la Copa del Rey, otra más para la era de Pablo Laso.

Felipe Reyes y el resto del equipo, saludando a la afición del Real Madrid y al resto del Martín Carpena.
Tomás Roncero
Nació en Villarrubia de los Ojos en 1965. Subdirector de AS, colaborador del Carrusel y El Larguero y tertuliano de El Chiringuito. Cubrió los Juegos de Barcelona 92 y Atlanta 96, y los Mundiales de Italia 90, EE UU 94 y Francia 98. Autor de cuatro libros: Quinta del Buitre, El Gran Partido, Hala Madrid y Eso no estaba en mi libro del Real Madrid.
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La grandeza del Madrid de Pablo Laso no radica exclusivamente en su impresionante profundidad de plantilla, sino en ese aura de equipo ganador que lo convierte en un mazo inmisericorde para sus rivales. A pesar de que el Valencia llegaba avalado por su espléndido partido ante el Barça de Mirotic, el Madrid recordó a Málaga y a toda España la razón por la que lleva siete finales seguidas y diez en los últimos once años. Es un equipo que juega como un rodillo y que jamás especula con la posibilidad del fracaso. Ese liderazgo lo encabezan los más pequeños (Facu Campazzo con sus asistencias y sus penetraciones, y Sergio Llull con sus triplazos y su carisma) y sus gigantes (Tavares es un muro inabordable para ­Dubljevic y Tobey, mientras que Randolph es una delicia hecha jugador). Me gustó también ver minutos para el capitán Felipe Reyes y que Jaycee Carroll quiere levantar sus últimos títulos de blanco. Esta tarde el favorito vuelve a ser el Madrid de Laso, pero no esperen un equipo que vaya de sobrado y con exceso de confianza. El hambre por ganar los hace insaciables. Este Madrid es una gozada para los amantes del baloncesto.

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