El poder de un equipo campeón

La grandeza del Madrid de Pablo Laso no radica exclusivamente en su impresionante profundidad de plantilla, sino en ese aura de equipo ganador que lo convierte en un mazo inmisericorde para sus rivales. A pesar de que el Valencia llegaba avalado por su espléndido partido ante el Barça de Mirotic, el Madrid recordó a Málaga y a toda España la razón por la que lleva siete finales seguidas y diez en los últimos once años. Es un equipo que juega como un rodillo y que jamás especula con la posibilidad del fracaso. Ese liderazgo lo encabezan los más pequeños (Facu Campazzo con sus asistencias y sus penetraciones, y Sergio Llull con sus triplazos y su carisma) y sus gigantes (Tavares es un muro inabordable para ­Dubljevic y Tobey, mientras que Randolph es una delicia hecha jugador). Me gustó también ver minutos para el capitán Felipe Reyes y que Jaycee Carroll quiere levantar sus últimos títulos de blanco. Esta tarde el favorito vuelve a ser el Madrid de Laso, pero no esperen un equipo que vaya de sobrado y con exceso de confianza. El hambre por ganar los hace insaciables. Este Madrid es una gozada para los amantes del baloncesto.